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DECRETO de 4 de febrero de 1955 por el que se autoriza la creación de un Centro de Enseñanza Media y Profesional, de modalidad agrícola y ganadera, en Arévalo (Ávila). De acuerdo con las normas establecidas en el Decreto de veinte de julio de mil novecientos cincuenta y cuatro, teniendo en cuenta el inform e del Patronato Nacional de Enseñanza Media y Profesional, a propuesta del M inistro de Educación Nacional y previa deliberación del Consejo de Ministros, dispongo: Artículo primero. Se autoriza al Ministerio de Edución Nacional pada crear en Arévalo (Ávila), un Centro de Enseñanza Media y Profesional, de la modalidad agrícola y ganadera. La Orden de creación detallará la aceptación por el Ministerio, en nombre del Estado, de las ofertas hechas por los Organismos y Corporaciones en el expediente de solicitud —las cuales deberán formalizarse en el plazo de tres meses, a partir de esta fecha— y la autorización al Patronato Nacional de Enseñanza Media y Profesional para llevar a cabo ios trámites necesarios a estos efectos. Artículo segundo. Publicada la Orden de creación se constituirá en Ávila el Patronato Provincial de Enseñanza Media y Profesional, conforme determina el Reglamento do cuatro de octubre de mil novecientos cincuenta y cuatro. Artículo tercero. Una vez creado el Centro que se autdriza, el Patronato Provincial de Ávila convocará el oportuno concurso para la selección del Profesorado, de acuerdo con las normas reglamentarias dictadas a tal efecto. Artículo cuarto. El Centro de Enseñanza Media y Profesional de Arévalo comenzará a funcionar en la fecha que se determine por la Orden ministerial correspondiente, limitando sus tareas al primer curso de las enseñanzas detalladas en el Decreto de veinticuatro de m arzo de mil novecientos cincuenta. Artículo quinto. Se faculta al Ministerio de Educación Nacional para ampliar progresivamente los cursos del Bachillerato Laboral en el expresado Centro y dictar cuantas disposiciones sean necesarias al desarrollo de las pre sentes normas. Así lo dispongo por el presente Decreto, dado en Madrid a cuatro de febrero de mil novecientos cincuenta y cinco. Francisco Franco El Ministro do Educación Nacional, Joaquín Ruiz-Giménez y Cortés |
Las vacantes de profesorado se convocaron mediante la Resolución del 13 de julio de 1959 de la Dirección General de Enseñanza Laboral.
El cuadro de profesores, provistas las vacantes establecidas, fue constituido de la siguiente forma:
Cargo | Ciclo | Nombres | Fecha del nombramiento | Fecha de la posesión |
Director | Geografía e Historia | D. José M.ª Portillo Pérez | 4-8-1955 | 2-10-1955 |
Jefe Estudios | Formación E. Nacional | D. Delfino Tolosa Colorado | 25-10-1956 | 2-11-1956 |
Secretario | Ciencias de la Naturaleza | D.ª María del Pino López | 3-10-1952 | 18-10-1952 |
Habilitado | Matemáticas | D. José Rossiñol de Zagraneda Canals | 5-10-1953 | 10-10-1953 |
Interventor | M. Taller (Carpintería) | D. Pablo J. José Pérez Varas Reyes | 10-2-1956 | 23-2-1956 |
Prof. Titular | Lenguas | D. Antonio Huerga Morán | 7-9-1957 | 2-10-1957 |
Prof. Titular | Ciclo Especial, 1.ª P | D. Francisco Alonso Primo | 28-7-1955 | 3-10-1955 |
Prof. Titular | Dibujo | D. Custodio Marco Samper | 13-4-1954 | 10-4-1954 |
Prof. Especial | Francés | D. Rosalía Cimadevilla García | 18-10-1956 | 19-10-1956 |
Prof. Especial | Formación Religiosa | D. Juan José Martín Jiménez | 26-10-1959 | 6-11-1959 |
El siguiente texto ha sido extraído de Mª Ángeles López Montero y Leonor Rodríguez Corona (2010), Cincuenta años del IES Eulogio Florentino Sanz, para los periodos de 1959-2009.
Lo que hoy es el IES Eulogio Florentino Sanz nació hace cincuenta años [i. e. 1959] como Instituto Laboral en el que se cursaban los estudios de Enseñanza Media y Profesional que suponían una preparación profesional para la dedicación a labores relacionadas con la agricultura y la ganadería.
Los primeros Institutos Laborales creados por la Ley de Bases del 16 de julio de 1949 comenzaron su andadura en el curso académico 1949-1950 con la creación de dieciséis centros. En el año de nacimiento de nuestro instituto ya funcionaban noventa y tres centros públicos que impartían el Bachillerato Laboral. Hasta ese momento la educación había dependido mayoritariamente de la iniciativa privada -órdenes religiosas principalmente- y el nuevo reto consistía en la ampliación de la oferta educativa. Por esta razón nacieron los estudios de «Enseñanza Media y Profesional» que establecían un Bachiller de cinco años, en el que además de disciplinas básicas formativas, se obtenía una especialización profesional. Este Bachillerato posibilitaba el acceso directo a las escuelas de peritos. Además de este ciclo elemental, al que se accedía a los diez años, existía un Ciclo Superior de dos años. Ambos ciclos terminaban con un examen de reválida. Se establecieron tres modalidades de estudios: la rama agrícola-ganadera, la industrialminera y la marítimo-pesquera.
El nuevo Bachillerato se impartía en los llamados Centros de Enseñanza Media y Profesional -más conocidos como Institutos Laborales- que se emplazaban en las cabeceras de comarcas alejadas de núcleos urbanos en los que los jóvenes no podían acceder a otro tipo de enseñanzas. La vía de acceso a la enseñanza media más habitual para las clases rurales y con escasos recursos económicos eran los seminarios. Así pues, en su origen el instituto ya nacía con una clara vocación comarcal, ligado a la actividad económica de la Moraña. En una región eminentemente agrícola y en un país en penuria que precisaba de la agricultura como motor de su reconstrucción económica, era necesario formar a los jóvenes en técnicas y prácticas laborales acordes al entorno en que vivían al tiempo que se les proporcionaba la posibilidad de acceder a una educación pública.
EI Laboral se construyó con la ayuda económica que Estados Unidos destinó a la recuperación económica de la España de la posguerra. Por esta razón el 21 de junio de 1959 el recién inaugurado Instituto recibió la visita del Embajador de Estados Unidos. El Ministro de Educación Nacional, D. Jesús Rubio, mostró al embajador Mr. John Davis Lodge las instalaciones del instituto que había comenzado a funcionar durante ese curso. De esa manera agradecía la colaboración del gobierno estadounidense que había destinado fondos a su construcción. En el salón de actos tuvo lugar un acto en el que el primer director del instituto explicó a los presentes: «Así como el bachillerato Universitario es enseñanza de tránsito, medio para el acceso a enseñanzas superiores, el bachillerato Laboral es medio y fin al propio tiempo, y ha sido instituido con la finalidad de hacer extensiva la Enseñanza Media al mayor número de españoles, especialmente los residentes en el medio rural».
El decreto de creación del centro, firmado por Francisco Franco y el Ministro de Educación Joaquín Ruiz Jiménez, tiene fecha de 4 de febrero de 1955 y autoriza al Patronato Nacional de Enseñanza Media y Profesional del que dependían los institutos laborales a poner en marcha el proceso de provisión de plazas para profesores.
Como se refleja en el acta, el 3 de noviembre de 1959 quedó constituido el claustro del Laboral con cuatro profesores: Dª María del Pino, profesora de los Ciclos de Ciencia y Naturaleza, D. José Rossiñol de Zagraneda, de Matemáticas, D. Antonio Huerga, profesor de Lengua y D. José Mª Portillo, profesor de Geografía e Historia, que además fue nombrado Director interino del centro.
El primer curso se inauguró oficialmente el 4 de noviembre con un acto en el que el párroco D.Manuel Galán Martín celebró una misa en el Salón de Actos. Al día siguiente comenzaron las clases. La jornada lectiva era de seis horas y cuarenta y cinco minutos, repartidos de nueve y media a una por la mañana y de tres a seis y cuarto por la tarde. Sólo existía un grupo, formado por cincuenta y cinco alumnos entre diez y dieciséis años que daban clase en lo que entonces se llamaba Aula-Museo.
Los estudios laborales fueron poco a poco consolidándose. Sin embargo, el llamado fracaso escolar no es un problema exclusivo del presente ya que en aquella época eran muchos los alumnos que no finalizaban el Bachillerato. 332.229 alumnos comenzaron sus estudios en institutos laborales en España desde el curso 58-59 al 67-68, sin embargo, sólo 38.498 los terminaron con éxito. Analizando los resultados académicos de la primera promoción podemos ver que las Matemáticas y la Lengua ya fueron entonces huesos duros de roer para algunos alumnos.
Entre las festividades académicas que se celebraron ese año hay que destacar la del 20 de noviembre, «Día del Dolor», que se seguiría festejando en años posteriores. En este día se asistía a misa, se rezaba el Rosario y se explicaba una lección conmemorativa. El 8 de diciembre era el «Día de la Madre» y se agasajaba a las madres de los alumnos. En el primer año de vida de nuestro centro ya se celebró la «Fiesta del Libro» el día 23 de abril. El mes de mayo estaba dedicado a la Virgen y era obligatorio el rezo diario del Rosario. Sin duda, el día grande era el 30 de mayo, llamado «Día de la Juventud», en el que se celebraban competiciones deportivas con carreras de saltos, pedestres y de sacos.
El segundo año de vida del Laboral, el curso 1960-61, cl centro contaba ya con ochenta y cuatro alumnos, cuarenta y tres en 1º curso y cuarenta y uno en 2º, Aquel año comenzó a desempeñar el cargo de jefe de Estudios Concepción Martínez Calleja, profesora de Geografía e Historia, quien más tarde sería directora hasta 1978. Durante ese curso se elaboró el primer Reglamento de Régimen Interno del instituto, que establecía un sistema de premios y castigos por puntos para arbitrar la disciplina en el centro. Las faltas se reflejaban en un «libro de castigos» custodiado en la sala de profesores.
Ese año se conmemoraba el X Aniversario de la Enseñanza Laboral en España y para celebrarlo los alumnos de Arévalo visitaron el Instituto Laboral de Medina del Campo, el primero de la zona, donde se disputaron concursos y competiciones deportivas y se celebraron diferentes actos con la obligada presencia del Ministro de Educación y las autoridades de la época.
En octubre de 1960 el Ayuntamiento de Arévalo cedió un terreno que se convirtió en el Campo de Prácticas para las prácticas agrícolas. El terreno tenía más de dos hectáreas y estaba situado en el lugar denominado «Hornos de Palomino», en la carretera de Madrid-Coruña, lindando con el «camino sacamiés» que va del río Adaja a las Eras de la Fuente Vieja.
En el curso 1962-63 el número de alumnos matriculados ya alcanzaba la cifra de ciento diecisiete, cuarenta y uno de ellos vivían en Arévalo pero setenta y tres procedían de los pueblos de la comarca. El claustro pasó a tener catorce profesores y ejercía como director D. Justo García Maniega.
La primera e importante novedad que trajo el curso escolar fue la puesta en marcha de un servicio de Cantina-Comedor al que acudían cuarenta y dos alumnos diariamente. También comenzaron a impartirse cursos de reparación de maquinaria agrícola, ajuste mecánico y ebanistería destinados a los obreros en paro de la comarca. A pesar de las penurias de la época, los libros de actas reflejan el paulatino incremento en las dotaciones, sobre todo de las destinadas a los talleres. Algunas de un curioso origen: el claustro acordó solicitar automóviles de desecho procedentes de las bases americanas. Los profesores requerían una y otra vez viviendas subvencionadas como las que existían en otros institutos laborales y se quejaban del frío. En los talleres la temperatura no llegaba a los dos grados de máxima durante el día y la rudimentaria calefacción se estropeaba constantemente.
José María Martín Gutiérrez - Alumno de la 4ª promoción del Instituto del curso 1962-1963 al 1966-1967
Corría allá por el año 1962 a primeros de octubre cuando, con doce años de edad, abandoné por primera vez mi casa en el pueblo para ir a estudiar el Bachillerato Laboral a Arévalo. Mi pueblo es Montejo de Arévalo (Segovia), situado a 9,5 km, de Arévalo. Con un compañero llamado Lorenzo que, por cierto, era un año más pequeño que yo y ya había hecho el 1º curso, nos hospedamos en una casa particular en la calle Santa María, al lado del otro Instituto. Al poco tiempo de comenzar el curso, se hospedó en la misma casa, una profesora, Mercedes, que daba Lengua y Literatura; aunque yo no tenía clase con ella, no me importó que se hospedara allí, ya que estaba de muy buen ver. En ese primer curso, tenía de profesor de Lengua y Literatura a D. Javier Lumbreras, quien, por cierto, un día en su clase estábamos dos otres de nosotros hablando por la parte de atrás del aula, cuando de repente, vimos un objeto volar hacia nosotros, nos agachamos como pudimos para esquivarle y acabó estrellándose en un cristal de las ventanas. Nos había lanzado el cenicero, como aviso de que o nos callábamos o la próxima vez tendría más puntería.
Nuestra promoción fue la cuarta que pasó por el Instituto. Por delante de nosotros estaban los de la 1ª promoción haciendo 4º curso, (entre ellos los Nicéforo, Berrón, Caminero ....), los de la 2ª, haciendo 3º (los Felicísimo, Saravia, Abab) y los de la 3ª, haciendo 2º (los Pedrero, Pericacho, Julio López...)
Ese 1º curso le pasamos como si hubiéramos estado estudiando en Valladolid o más lejos aún, sólo fuimos al pueblo dos veces, por las vacaciones de Navidad y Semana Santa. Por aquellos años, no había en el pueblo nada más que un coche, el del alcalde, de ahí que ir o venir al pueblo con maletas, suponía ir en el carro de las mulas.
Los domingos no nos aburríamos. Por la mañana íbamos a misa principalmente a la iglesia de San Juan, ya que era la parroquia de nuestro profesor de Religión, D. Juan José, y de vez en cuando comulgábamos para hacer méritos por su asignatura. Eso sí, sin confesarnos en San Juan, claro está, eso lo hacíamos en el convento «del Real» con algún fraile desconocido.
La tarde del domingo se nos hacía más larga, ya que de las cinco pesetas creo recordar, que nos daban nuestros padres para todo el domingo, nos habíamos gastado tres, una en echar un futbolín en el Pavero, donde mayor parte del tiempo la pasábamos mirando como jugaban otros, er especial Roberto, compañero de clase, que jugaba muy bien, otra en jugar también al futbolín en un local que había frente al restaurante de la Pinilla, en que los jugadores eran de hierro (en el del Pavero eran de madera), y la otra restante, comprando un tebeo del capitán Trueno en el kiosko de la Plaza Mayor a la Sra. María. Nos quedaban dos pesetas, que era el precio justo que costaba ir al cine, lo que hacíamos después, eso sí, ya sin fondos ni para comprar unas pipas en el cine.
Pasado el primer curso, mis padres me compraron una bicicleta, no como premio por haber aprobado ese curso, sino como medio de transporte para ir todos los días al Instituto en los sucesivos cursos. Así fue, comenzamos el 2º Curso debutando con la bicicleta, con mis compañeros de viaje y estudios, Angel y Lorenzo que hacían 3º, Juan Jesús, que hacía 1º, y yo 2º. Por la mañana íbamos juntos, después el regreso por la tarde noche no era fácil coincidir con alguno, al ser de distinto curso y tener horarios diferentes.
Muchos día salíamos de clase por la tarde (el horario era partido, no como ahora) a las siete de la tarde, una hora en la que durante gran parte del otoño y primavera, era de noche. Todas las bicicletas tenían luz, lógicamente, mediante una dinamo que giraba sobre la rueda delantera, giro por cierto, que hacía más costoso el pedaleo. La carretera era de tierra, es decir, sin asfaltar, con gran cantidad de piedras pequeñas, que nos pinchaban los neumáticos cada dos por tres. Si el caminero echaba la tierra de las cunetas en ella, cosa que hacía a menudo, mal, y si no la echaba, peor, pues se descubrían las piedras. No pasábamos frío en la bicicleta, ya que al hacer ejercicio, entrabas en calor, lo peor era cuando llovía, ya que aunque llevábamos un traje de goma o plástico, al final el agua te entraba por cualquier sitio y terminabas calado.
Los estudiantes del Instituto que veníamos en bicicleta éramos los mejores clientes de los dos talleres de reparación de bicicletas que había en Arévalo, el de Emilio, en la plaza del Hospital y el de Lucinio, en la plazuela que hay por detrás de la iglesia de Santa Domingo. También visitábamos a menudo, por razones obvias, las librerías, la del Altavoz, donde comprábamos los libros de texto, los útiles de dibujo, etc. o la del Cordelero, ya que allí vendían de todo.
Si el ir al Instituto en bicicleta en 2º curso fue un debut importante, no lo fue menos debutar con el profesor D. Francisco Alonso Primo, que creo recordar ya era el Director del Instituto. Era el coco de los profesores por su fama de poner cantidad de roscos (ceros) en sus notas. Su asignatura era «Organografía», todo un compendió de ciencias naturales, de plantas y animales (nos hacía aprender de memoria, entre otras cosas, todas las familias de insectos que había: lepidópteros, coleópteros, dífteros...).
También en 2º curso, creo recordar, debutamos con los famosos Talleres. Había tres, uno de mecánica, con D. Ángel de profesor, otro de carpintería, con D. Pablo y otro de Electricidad con D. Carrasco (no recuerdo el nombre). El primer trabajo que hicimos en mecánica, que era la que más horas tenía de clase, se trataba de planificar una pletina de hierro a base de limarla (es decir que quedará a escuadra). Estuvimos con la dichosa pletina lo menos un trimestre, un día la dejabas bien a escuadra, o eso te parecía, pero al día siguiente como seguías limando, la descuadrabas y otra vez a empezar. Después ya hicimos otros trabajos con el torno, con la fresadora, etc., bastante más interesantes y amenos. Las clases en Carpintería eran más amenas, haciendo ensambles y demás.
Creo que también en 2º curso nos empezó a dar ya Física y Química el inefable D. José Sánchez Romo. D. José era parco en palabras y muy tímido. Llegaba a clase, daba los buenos días y en la siguiente media hora no volvía a decir ni palabra, sólo se paseaba por la clase mientras estudiábamos la lección de ese día. Un día, en esa media hora que nos dejaba estudiar, estábamos cuatro o cinco de mis compañeros de cháchara, cuando de repente salta D. José y dice: «A ver, Sr. Gutiérrez, esta Ud. hablando mucho y no deja estudiar a sus compañeros», sín pensarlo ni un segundo le contesté: «¿Yo sólo?», lo dije sin pensar, (me salió como un resorte, que aunque tenía razón, me tenía que haber callado, ahora no estará tan mal visto el contestar, pero entonces era poco menos que una insubordinación), en ese momento D. José se disparó y a voz en grito, todo alterado (él era muy tranquilo), soltó: «Que es eso de sólo o no sólo, Ud. está hablando como así lo reconoce y no tiene Ud. nada que decir de sus compañeros...». Tierra trágame, pensaba, pero no me tragó. D. José era tan bueno, que aprobé incluso ese mes (teníamos exámenes mensuales de todas las asignaturas). Eso sí, la bronca sirvió de recochineo para mis compañeros durante bastante tiempo, sobre todo a Armando Marcet, que era un gran cómico e imitaba muy bien a D. José echándome la bronca.
También creo que fue en 2º curso cuando comenzó a darnos las Matemáticas D. Alfredo Perotas. Esta clase era la que más horas tenía, todos los días y más de una vez, haciendo ejercicios en la pizarra. Cuando nos atrancábamos y no sabíamos seguir, D. Alfredo con su enorme corpulencia, nos agarraba y nos suspendía en el aire a ver si así nos venía la inspiración.
En 2º empezamos a dar Geografía e Historia con Dª Conchita (Concepción Martínez Calleja). Todo un carácter, en su clase no se movían ni las moscas, también tenía fama de dura y cantaba muy bien los ceros de nota (los profesores después de los exámenes nos decían las notas). Algunos de mis compañeros le tenían auténtico pánico, yo no, porque era la asignatura que más me gustaba y por tanto, en la que mejores notas sacaba.
En 3º curso tuvimos, creo recordar, la asignatura estrella del Bachillerato: «Cultivos». No hay que olvidar que ese bachillerato era «laboral», es decir que a mayores de las asignaturas que se daban en el bachillerato elemental de cuatro cursos, este tenía un curso más, teniendo asignaturas y prácticas similares a lo que hoy es la Formación Profesional. Pero volviendo a la asignatura de Cultivos, en la que estudiábamos todos los cultivos más comunes que había: los cereales (solamente el cultivo del trigo ocupaba al menos cinco o seis hojas en el libro) el maíz, la remolacha, la patata... Estudiábamos las variedades existentes de cada cultivo, los fertilizantes adecuados para él, los suelos que prefería cada uno, etc... Esta asignatura nos la daba D. Justo García Maniega, que por esa época creo que fue nombrado Director del Instituto.
En este curso 3º tuvimos nuevo profesor de Lengua y Literatura, D. Miguel Agüero, un Licenciado en Filosofía Pura. Vivía en San Cristóbal de la Vega, al lado de mi pueblo, yo le conocía bastante pues tenía mucha relación con mi familia, además de que era hermano del cura de mi pueblo. Tenía una gran cultura y en clase se enrollaba con cualquier tema, y le gustaba polemizar con nosotros. Yo que tenía con él cierta confianza, era el que más le respondía. Recuerdo un día en que estaba hablando de lo mal que estaban en España cantidad de cosas en comparación con otros países (él había viajado mucho), estoy hablando de 1965 en plena época franquista, que él comparaba con países democráticos como Francia o Alemania, que había visítado, cuando le interpelé: «es que parece que para Ud. todo lo que hay en España es malo»; me contesta: «tú que sabes de esto»; le replicó, para mi desgracia sin medir el alcance de la frase: «parece que es Ud. antiespañol». Se levantó de la silla, puso en pié su más de 1,85 metros y se me acercó (yo me sentaba en la primera fila) gritándome y casi empujándome, que: «él es más español que nadie, pero lo que está mal, está mal, con Franco y sin Franco». Parece que este altercado se le olvidó pronto, ya que al fin de curso me concedió una nota de Sobresaliente (9).
Los de «los pueblos», como así nos llamaban a los alumnos que veníamos de los pueblos en bicicleta, al llegar por la mañana dejábamos las bicicletas en el porche que hay a la izquierda de la entrada principal del Instituto. Aparte de la cartera con los libros y demás, en la bicicleta traíamos la merienda para comer al mediodía. En 2º curso, comíamos en el pinar, en invierno encendiendo a veces una lumbre, después, ya en 3º curso, habilitaron un comedor situado por detrás del porche que había al lado del gimnasio (creo que aún existe), donde al menos teníamos mesas y sillas para comer, además de agua para beber. Y fue en este comedor donde el Director del Instituto, D. Justo, me dio el postre de la comida un día. Acabábamos de comer y estábamos echando un cigarrillo, (creo que fue el único que yo encendí en todo el curso, porque además yo no fumaba, alguien de la mesa nos invitó a todos a fumar) cuando vimos pasar por la ventana a D. Justo que venía hacía el comedor. Rápidamente apagamos loscigarrillos y D. Justo entrando en el comedor, se dirigió a nuestra mesa. Se acercó a mí y me dijo: «dáme el cigarrillo que estabas fumando», le contesté: «yo no estaba fumando», al instante, me pegó un guantazo diciéndome: «este te le doy por fumar», seguidamente me pegó otro guantazo añadiendo: «y este otro por mentir». Aparte de los cachetes, me castigó, creo recordar, sin recreo o a salir del Instituto una hora más tarde durante una semana o así. No sentí los cachetes, él tenía razón, y lo único que pensé es que me lo había merecido. Él fue en mi opinión, un gran Director, era serio, exigente, sabía mantener la disciplina y, la verdad, en aquellos tiempos ni se nos pasaba por la cabeza ir a contar el castigo a nuestros padres, porque nos dirían con razón: «algo malo habrás hecho cuando te han castigado».
En el 4º curso volvimos a tener de profesor al gran hueso (así le definíamos los alumnos) de D. Francisco Alonso Primo. Era un gran despistado por decirlo amablemente. Le veíamos a menudo por los pasillos hablando solo. Nos dio otra de las asignaturas estrellas del Bachiller por su especialidad de «Agrícola Ganadero», que era Ganadería. El Bachiller Laboral que se daba en Coca (Segovia) tenía de especialidad de «Industrial Minero». Mediante este asignatura conocimos todo tipo de ganado ovino, porcino, vacuno, etc., cómo se alimentaban, qué enfermedades tenían, qué razas de cada ganado había, etc.
Nos llevó D. Francisco a visitar alguna ganadería y en una de estas visitas, en concreto, visitando una que había en la «Lugareja», después de haber estado viendo unas vacas en un establo y cuando nos disponíamos a salir del mismo, de repente D. Francisco empieza a abrirse paso a empujones entre mis compañeros, gritando «Usted, Usted», y se me echó casi encima agarrándome del brazo derecho con el que estaba cerrando una ventana y sujetándole de modo que no me permitía bajarle. Pensé: ahora me anuncia una nota de un cero para este mes por cerrar la ventana sin ordenarlo él. Y en esto que se da media vuelva dirigiéndose a mis compañeros y dice: «este señor (no solía llamarnos por nuestro nombre) ha hecho ahora lo que todos Uds. no han sido capaces de hacer en ninguna de las visitas que hacemos, ¿saben qué es? abrir y cerrar las ventanas para que podamos contemplar las animales y ello sin tener que ordenárselo nadie. Uds. deberían de tomar nota de él». Uff, que alivio, no me recompensó con una mejor nota, pero al menos no me puso un rosco.
Durante todo el Bachiller, tuvimos como profesor de Gimnasia y de «Política», en realidad era Formación del Espíritu Nacional, a D. Delfino Tolosa. En 1º curso, usábamos en Gimnasia unas zapatillas blancas de tela, con suela de cáñamo, con una simple cinta para atar Entonces no conocíamos los playeros, o si los había, a Arévalo no habían llegado. El deporte preferido del Instituto entonces era el Balonmano, al menos para D. Delfino, con el que se consiguieron algunos títulos a nivel provincial. No obstante, lo que más hacíamos y nos gustaba, era jugar al fútbol, al que jugábamos después de comer en el porche que hay delante del comedor, con un piñote como balón. Respecto de la «Política» como nosotros decíamos, bueno, no era tal clase, estudiábamos algunas Leyes existentes de entonces, como por ejemplo los Principios del Movimiento Nacional. En una de las clases, un compañero le preguntó a D. Delfino, que ocurriría en España cuando Franco ya no estuviera, y su respuesta fue «no tiene por qué pasar nadan un adivino D. Delfino.
Otros profesores que recuerdo del Instituto fueron: D. Jesús Hedo, profesor de Lengua y Literatura, que llegó cuando estábamos en 4º curso creo recordar, y que más que un profesor, a nuestro lado, parecía un compañero más, por lo joven que era. Este nos daba buenas sesiones con los poetas y sus poesías, en especial los hermanos Machado; y otro profesor, el inefable D. Pitujo, D. Enrique, que nos daba Dibujo.
Al finalizar el 5º curso, tuvimos que aprobar un examen de Reválida, como colofón de todo el Bachiller.
A mí los cinco años que duró el Bachiller se me hicieron muy largos, mirabas a los alumnos que estaban en cursos superiores al tuyo y sentían envidia por quedarles menos que a ti para terminar. Qué pena que después la vida haya ido tan rápida.
Por último quiero tener un recuerdo especial para dos de mis compañeros de clase que ya no están con nosotros. Son Gerardo Martínez Rogero, natural de Martimuñozillo (así llamábamos nosotros a Martín Muñoz de la Dehesa), que falleció hace muchos años, parece ser que nada más terminar el Servicio Militar, y Vicente Villa de Alba, mi gran amigo y compañero, natural de Villanueva del Aceral, muerto hace dos años.
Actualmente, con alguno de mis compañeros, estamos intentando localizar al resto, para quedar con ellos y pasar un día juntos este próximo verano en Arévalo, celebrando que este año cumplimos muchos de nosotros 60 años (algunos ya los han cumplido y a otros les faltará un año), y sobre todo, para ver y abrazar más de cuarenta años después a los que fueron nuestros compañeros.
Estos son los alumnos de la 4ª promoción: Mariano Sanz, Emiliano Antonio, Casto Serrano, Marcos Velayos, Félix Nieto, Ladislao Gibaja, Armardo Marcet, Pedro Ballesteros, Luis Miguel Rivero, Angel Somoza, Emiliano Delgado, Eduardo Blasco, Leovigildo Rivas, Luis Miguel Gómez, Jesús Martín, Gerardo Martínez (q.e.p.d.), Vicente Villa (q.e.p.d.) y José Mª Martín.
La Ley General de Educación de 1970 instauró un nuevo Bachillerato de tres cursos al que se accedía a los catorce años tras haber obtenido el Graduado Escolar. Se le denominó Bachillerato Unificado Polivalente. Después de terminarlo y tras superar el nuevo Curso de Orientación Universitaria, se accedía a la Universidad. La nueva ordenación del sistema educativo trajo los primeros institutos mixtos y paulatinamente las aulas se llenaron de chicas con la revolución que ello supuso. Del 34% de mujeres que estudiaban Secundaria en 1960 se pasó al 48%. La tímida apertura económica incrementó el número de alumnos y el instituto sufrió varias renovaciones para poder albergar a sus nuevos estudiantes. Fueron años de tensiones marcados por la agonía tanto del régimen como de su dictador y por la llegada de la democracia. En un claustro de comienzo del curso de 1975 la directora invitaba a los profesores a «evitar en el desarrollo de sus clases toda interpretación ajena a su contenido específico». En el ámbito escolar, fueron años marcados por las huelgas de los profesores PNN y las nuevas oposiciones al cuerpo de Profesores Agregados de Bachillerato. Como dijo Bob Dylan, los tiempos estaban cambiando y traían consigo unas aulas cada vez más democráticas.
En octubre de 1975 se crea el Instituto de Bachillerato de Arévalo y queda extinguido el Instituto Técnico de Enseñanza Media de Arévalo, aunque durante un tiempo los dos sistemas convivieron en las aulas. En el 74 ya se impartía en el centro un curso del COU, aunque se mantenían el resto de cursos del antiguo Bachillerato. En el curso 75-76 contaban con dos grupos de COU, cuatro de 6º de Bachillerato y tres de 1º de BUP, cuya docencia corría a cargo de los dieciocho profesores que entonces formaban el claustro. La jornada lectiva iba de nueve de la mañana a tres de la tarde, adaptándose así a los alumnos que se desplazaban en coche de línea regular. Con las nueva ordenación del sistema se van introduciendo cambios en la concepción de la educación; así, por ejemplo, el centro se adapta al proceso de evaluación continua del rendimiento educativo y se constituyen seminarios por áreas de conocimiento. En este momento existían los seminarios de Lenguaje, Área Social y Antropológica, Ciencia Matemática y de la Naturaleza y el Área de Formación Estética.
A finales de 1975 se requiere la opinión del claustro desde la Dirección General de Ordenación Educativa, con el fin de estudiar las Enseñanzas y Actividades Técnico-Profesionales más idóneas para ser implantadas en el curso 76-77. Los profesores llegaron a la conclusión de que, por las características de la zona, lo más acertado sería implantar la especialidad de Comercio. Tuvieron un juicio acertado, puesto que esa sigue siendo la familia profesional que hoy se imparte en el instituto.
En el curso que comenzó en 1977, año del referéndum constitucional, cursaban estudios en el instituto trescientos cuarenta alumnos de Bachillerato y sesenta y tres de Formación Profesional. El centro se va quedando pequeño y comienzan a solicitarse con insistencia obras de ampliación que aún tardarán en llegar.
En 1978 nace el Concurso de Poesía y Narrativa que ya ha alcanzado su XXI edición. El Ayuntamiento colabora en el premio con 5.000 pesetas y la Asociación de Padres con 8.000.
De esos años añoran sobre todo la relación con los profesores. El instituto era muy familiar, aún no llegaban a veinte los profesores que integraban el claustro, su relación era más personal y se compartían los sinsabores cotidianos en la antigua sala de profesores calentada por una chimenea que de tanto en tanto servía para asar chorizo para los almuerzos.
El centro era mucho más pequeño, tan sólo dos de los pasillos que hoy conocemos. La parte del instituto que hoy ocupa el gimnasio estaba llena de tractores abandonados que habían pertenecido al Laboral. Recuerdan que las clases eran de mañana y tarde e incluso había clase los sábados. Para hacerlos más llevaderos decidieron dedicar algunos sábados a realizar audiciones de música clásica, pero al final los alumnos comenzaron a traer sus propios discos y las clases se llenaron de compases de rock&roll. Mª José también tenía que trabajar los domingos, porque era el día que se dedicaba a competir y entrenar con las chicas del equipo de baloncesto y atletismo. El día grande era el de la festividad de Santo Tomás, fiesta de los estudiantes pero día lectivo, que se dedicaba a competiciones deportivas, se celebraba también una comida de hermandad y se acudía a misa en la iglesia de Santo Domingo.
Si pudieran, ambas elegirían volver a trabajar en las aulas de los años setenta porque en ellas se convivía con un orden y responsabilidad hoy, en su opinión, desaparecidos en gran medida. Charo se recuerda como una profesora rígida pero cercana. En contra de lo que muchos piensan, nos señalan, los alumnos las tuteaban pero en las aulas imperaba el respeto. Con esto no quieren engañarnos, también existían problemas y los alumnos se sublevaban, pero las cosas se decían de otra forma.
Los alumnos entraban en el instituto con tan sólo diez años y para conseguirlo tenían que aprobar un examen de ingreso sobre las materias básicas, con un dictado y operaciones matemáticas además de una entrevista. En cuarto y sexto había que superar un examen de reválida que había que hacer en Ávila. Para ellas el sistema era más exigente y requería más esfuerzo por parte del alumno, lo cual explicaría que la educación se valorara más, aunque reconocen que ahora el sistema es más solidario e inclusivo.
Mirando hacia atrás, Charo llega a la conclusión de que las aulas de ayer y las de hoy no son tan diferentes, la historia se repite generación tras generación y los alumnos siempre son alumnos y los profesores siempre son profesores, con las mismas penas y alegrías.
Carmen Herrero Aguado - Alumna entre 1967 y 1973
Cuando se cumplen cincuenta años del Instituto de Arévalo hay que matizar -como en tantos otros ámbitos- que las chicas entramos algunos años después, concretamente en el curso 1967-68. Veníamos de una escuela que separaba a los chicos de las chicas y llegamos al Bachillerato Elemental también separados, al menos en el recreo: ellos en el patio de atrás y nosotras en el que da a la Avenida. Es verdad que en clase había algunos chicos repetidores y que la falta de costumbre provocaba situaciones de cierta tensión o corte hasta que todos -ellos y nosotras- nos dimos cuenta de que no pasaba nada y que podíamos ser compañeros, amigos e incluso novios - alguna parejita hubo- Algunas éramos unas niñas Dolores Maroto, Montse, Angustias, yo misma, pero otras sí tenían edad para fijarse en los alumnos de los cursos superiores: Candelas, Mª Jose Vaquero, Lidia, Antolina, Mª Carmen Sainz, Reyes Bayón, Mª Carmen, Reyes, Angelines, Pili y Mª José Martín Vara, Ana Martín Hervás. La mayoría éramos de Arévalo, pero también estaba Marisol, que era de Palacios Rubios, y luego llegaron Marta Rivas, Milagros Hermosa, Koki -que era un fenómeno jugando al baloncesto- y Kini con su glamour o Ada con su portentosa inteligencia.
Recuerdo con agrado aquellos años porque son los de la adolescencia pero hay que reconocer que eran años en blanco y negro -la exposición del cincuenta aniversario lo refleja muy bien con una parte de fotos en blanco y negro y otra en color-, años duros y fríos. Hacía frío fuera pero dentro también y no sólo en el helador gimnasio: doña Liduina estaba siempre tan pegada al radiador que se le tostaban sus faldas de cuadritos príncipe de gales. El profesor ogro era Don Epifanio, que nos daba Matemáticas, pero siempre estaba de mal humor y era regañón; Doña Concha también era temida y muy respetada porque, además era la directora, pero, sobre todo, porque sacaba por sorpresa a la pizarra y ponía ceros a destajo. Creo que en los cuatro años que la conocí no la vi sonreír nunca. La sonrisa del Instituto era Mari Paz, que nos daba Latín y Francés: era moderna a rabiar. Igual se ponía minifalda que maxi o se plantaba una peluca con total desparpajo. Don Francisco era el de Ciencias, Don Fermín el de Música, Don Juanjo nos daba Religión y Don Enrique, Dibujo. Con Mari hacíamos Labores: cosíamos unas piezas de tela a punto de cruz, de Talavera o de Oropesa, que luego colocábamos en un álbum hecho artesanalmente y que aún guardo. Charo vino después. Ciertamente, todos tenían sus motes, pero a mí no me gustaron nunca y los he olvidado. Y luego estaba Jesús Hedo; le debo el gusto por leer, la admiración a Machado, tantas cosas. Llegaba a clase con sus libritos y recitaba, leía, se emocionaba y nos emocionaba a todas porque eso no era leer sino vivir y recrear. Sentir. Hacíamos una publicación titulada Yunque -ah, ese nombre-, con unos medios precarios, pero con toda la ilusión y la ingenuidad de la época. Sólo mucho tiempo después me di cuenta del valor de lo que Hedo nos transmitió, como profesor y como persona.
Para el papeleo y los temas de becas acudíamos a Rivas o a Meli -¡qué encanto de mujer!- y en la recepción, Ballesteros y luego Maru. En la biblioteca leí mi primer libro que se titulaba Shora quiere cigüeñas -Shora era un pueblo holandés o belga-. Hicimos un teatro leído -Cyrano de Bergerac- en tercero o jugábamos a Cesta y Puntos el día de Santo Tomás, que entonces se celebraba el 7 de marzo. El bar Los Albas era la continuación del Instituto y Julián, como un alumno más. Y un año abrieron el Colegio Menor donde residían alumnos de fuera de Arévalo, como Fael que era de Madrigal.
Siempre hay algo de nostalgia cuando se recuerda y se traen a la memoria momentos, situaciones, nombres de personas que ya no están. Y, sin embargo, hemos de hacerlo porque les debemos este recuerdo como homenaje y por lo que significaron en nuestras vidas. El Instituto es el espacio pero también la oportunidad, el punto de partida común de trayectorias diversas y plurales que nos definen y nos identifican como seres humanos también diversos. El Instituto es también, en este sentido, una seña de identidad de Arévalo: supuso la oportunidad de conseguir una formación que, de otro modo, o no hubiera existido o hubiera estado llena de dificultades o hubiera sido diferente.
Melquiades del Río
EI Instituto que encontré era muy diferente al de ahora. Había sido un Instituto Técnico de Enseñanza Media y recientemente se había convertido en Instituto Nacional de Bachillerato. El edificio era de una sola planta, pegada a los pinares, con unos talleres muy bien dotados. La sala de profesores estaba levemente aislada del edificio principal y calentada con una chimenea de leña.
En esos años se agrandó y modernizó el edificio con un suplemento de tres pisos en el centro, con unas dotaciones más modernas, pero que planteaban muchos problemas a los jefes de estudios por la facilidad con la que los alumnos podían bombardear a profesores y alumnos de plantas inferiores. Al lado el instituto, en su parte este, funcionaba un Colegio Menor, que dirigía un antiguo profesor del centro y que daba cobijo, formación y alimento a alumnos de fuera de Arévalo.
La plantilla de profesores, (creo que unos veinticinco) estaba formada por un núcleo estable y un gran número de profesores interinos que cada curso aportaban inquietudes y savia nueva. Pero también problemas de previsión de plantillas para los directivos que no podíamos evitar caóticos inicios de cada curso. Un buen número de profesores se trasladaban diariamente desde Salamanca, Valladolid e incluso Madrid, produciendo algunos quebraderos de cabeza al jefe de estudios cuando en invierno las carreteras se hacían intransitables.
Los aproximadamente doscientos alumnos procedían tanto de Arévalo como de los pueblos limítrofes, que llegaban diariamente en un complicado sistema de transporte privado o escolar. Es evidente que este fenómeno hacía de Arévalo no sólo el centro administrativo y comercial de la zona, sino que le otorgaba un papel de cohesión y difusión cultural.
Los alumnos entraban en el instituto, con la previa selección de la EGB que enviaba a los menos motivados a la Formación Profesional o directamente al mundo laboral, por ello existía una homogeneidad de conducta y de rendimiento a pesar de que el número de alumnos por aula no bajaba de los cuarenta, No tengo el recuerdo de ninguna expulsión ni expediente en aquellos años. La ampliación del derecho a la educación consagrado en la Constitución hasta los dieciséis años y su universalización rompió esta homogeneidad. Yo creo que por suerte, aunque algunos nostálgicos echen de menos esos años de ley y orden. Porque lo que se intentaba con ella era que ningún alumno quedase fuera del sistema por razones intelectuales o económicas, que la igualdad de oportunidades fuese efectiva aunque la calidad del sistema se resintiese. Lograr el equilibrio entre calidad y cantidad sigue siendo hoy un compromiso del sistema educativo.
Mis recuerdos del alumnado de esos años (con dos de ellos he coincidido profesionalmente), es que, aunque existe una percepción común de lo contrario, se comportaban de forma muy parecida a los actuales: nos ponían motes a los profesores, nos estudiaban la semana para aprovechar nuestros puntos flacos, copiaban de múltiples formas preinformáticas, hacían pellas cuando podían, se apropiaban con ahínco de las modas de vestir, musicales o de divertirse a veces incomprensibles para los adultos, incluso ya existían los objetores educativos. Es cierto que también a veces, minoritariamente, se pasaban los límites y se llegaba a la crueldad con profesores o compañeros, el engaño, la irresponsabilidad total o el chantaje. Los pesimistas piensan que hoy esas conductas minoritarias se han hecho normales.
Los alumnos estudiaban en el instituto de bachillerato tres cursos de BUP y el COU, que se habían establecido unos años antes, en 1970. Eran estudios también muy homogéneos, dividido por la simple línea de Ciencias/Letras. Todos los alumnos estudiaba Latín en 2º de BUP, un curso muy duro, y no existían las materias optativas que han poblado los planes de estudio posteriores con nombres exóticos y contenidos misteriosos. Los programas de diversificación, adaptaciones curriculares, clases de apoyo, atención a la diversidad, etc no existían, porque sus posibles destinatarios simplemente no estaban en el sistema.
Los que superaban el COU podían llegar a la Universidad o a estudios profesionales. Ya en mis últimos años en Arévalo recibíamos en verano la amable y agradecida visita de profesionales que se habían formado aquí entre nosotros. Y ese era y sé que sigue siendo uno de los motivos de la autoestima de los profesores y un indicador de la categoría de la Institución.
Hay que recordar un hecho fundamental que marca un antes y un después en la vida del país y de la educación en estos años. En 1978 aprobamos la Constitución, se pasó de una dictadura a una democracia. Y ello tuvo, lógicamente, consecuencias en el campo educativo. En esos años la educación funcionaba con una ley de 1970 y la primera ley educativa de la democracia es de 1985. En ese intercambio se cocieron conceptos, se ensayaron métodos, se iniciaron experiencias, se extendieron debates apasionados en los Claustros sobre la forma de adaptar el sistema educativo tanto al progreso tecnológico que se estaba gestando como a la nueva realidad democrática, Y surgieron decisiones legislativas a veces apresuradas por la urgencia del cambio, como el reglamento de 1977, que regulaba la elección democrática de los directores, la participación de los padres y profesores en la vida del Centro o el papel de los delegados de alumnos. Esas decisiones legislativas iniciaron un camino efímero de vértigo hasta hoy: la LODE, LOGSE, LOCE, LOE acompañadas de sus respectivas Ordenes, Decretos estatales y autonómicos. Y un clamor del profesorado actual es que ese vértigo legislativo se detenga en aras de una legislación más duradera y estable.
Y no sólo fueron cambios legislativos, en esos años se ensayaron y gestaron actitudes y valores educativos que se fueron consolidando o abandonando, porque también se cometieron errores y se extremaron conductas. Del ordeno y mando, se pasó al coleguismo profesor-alumno y padres-hijos; del usted al tú, la lección magistral se convirtió en un vértigo de actividades, de la diciplina se pasó a la autonomía personal, del padre ausente al padre intervencionista, de la intolerancia al pasotismo, del memorismo se pasó a la desinformación, de la exigencia de esfuerzo a la solución del refuerzo... Y hoy, como vemos en los medios, todavía continúa esta dialéctica para encontrar un equilibrio, un término medio. Pero en el fondo de todo ello latía un legítimo deseo: formar cuidadanos responsables, libres e iguales para participar activamente un sistema político y social recién estrenado que se vivía con ilusión, con gran participación y con un cierta urgencia.
También, con el mismo ánimo que los legisladores, los pedagogos y los sicólogos se lanzaron en tromba sobre el profesorado para promover un debate, para renovar y remover actitudes enquistadas, que en ocasiones creó confusiones en un profesorado que mayoritariamente ejercía eficazmente su profesión con los tres seguros métodos educativos de siempre: conocimientos, vocación y sentido común. Las calificaciones con números se convirtieron en evaluaciones cualitativas, el director no ejercía autoridad sino liderazgo, a las asignaturas clásicas se fueron uniendo optativas, refuerzos, diversificaciones, adaptaciones curriculares, etc, los programas se transformaron en diseños curriculares. Y aparecieron multitud de términos y conceptos: evaluación sumativa, diversificación curricular, constructivismo, objetivos conceptuales, programación abierta, contenidos mínimos, autoevaluación, aprendizaje significativo, unas veces ahogados en burocracia o pedagogismo, pero que representaban en el fondo, a pesar de las críticas y de las exageraciones, un esfuerzo por movilizar actitudes, por crear nuevas formas, por no perder el carro del progreso intelectual y técnico en el que el país se había comprometido.
Porque en el fondo se tenía y se tiene la convicción que un nuevo sistema político no es posible sin una nueva escuela, y que el ciudadano democrático debe iniciarse en una escuela también democrática. Sí, es cierto que en ese camino la sociedad y la familia han ido echando sobre los hombros de los profesores cada vez más tareas y más responsabilidad y no siempre se ha acompañado con el correspondiente aumento de recursos y de reconocimiento social.
En un aniversario como este no debe faltar el recuerdo para muchas historias personales a las que no quiero poner nombres para no discriminar. Nombres que fijaron antes y en esos años unos hitos sobre los que se ha ido construyendo no solo el edificio físico sino la institución, el estilo del instituto a lo largo de cincuenta años. Me vais a permitir citar la experiencia y entrega de mi primera directora en el 77, a la que tuve el honor de acompañar como secretario; al claustro del 79, que realizó la primera campaña y debate electoral por la que fui elegido director; al presidente de la primera Asociación de padres con el que compartí proyectos y quejas en agradables cafés en la camilla de su casa; a alumnos que soportaban estoicamente sesudas clases de filosofía impartidas por un profesor ilusionado pero inexperto; a un personal de administración y servicios (que se llama ahora) que con unos derechos laborales muy ajustados, llevaban el peso de la logística y material del edificio.
Y ya para finalizar, algo más personal. Llegué a Arévalo con 33 años con unas convicciones de soltero subjetivamente inamovibles y aquí encontré a mi compañera. Y un día de mayo, con una tormenta impresionante sobre la Moraña, nació mi primer hijo en el pequeño hospital cercano al instituto. Cuando, en la edad de la adolescencia, se rebelaba impulsivamente contra la autoridad paterna, su madre le decía: Alberto, te sale la veta de la Moraña. Y yo le contestaba: a mucha honra, eso no es un problema, es una garantía.
Francisco López Gallego - Alumno de 1969 a 1974 y profesor de Francés desde 2002 hasta 2010
Años setenta, Instituto de Arévalo, sin más, Años de cambio, el Instituto Laboral se estaba transformando en Instituto de Enseñanza Media. Mi curso era la primera promoción de este nuevo Bachillerato, por delante teníamos a unos compañeros a los que veíamos enormes, enzarzados en talleres y otras zarandajas. Vivía Franco, y en la Navidad del 1973 nos pilló el atentado a Carrero Blanco, aquel jueves 20 de diciembre, ¡nos dieron vacaciones ese mismo día!
Horario de mañana y tarde, y en el recreo todos a la calle. Con once años al Instituto, y los de los pueblos en «La Residencia» o al «coche de línea», éstos a las 8,15 horas ya estaban en la Plaza del Salvador, una parada en el bar «El Club» y, a las nueve, en procesión a las clases. Y otros en bicicleta, Rapariegos, Codorniz, Aldeaseca, Palacios con frío o calor, lloviendo o nevando.
Bocatas y pinchos en «Los Albas» o en el kiosko del «Tío Andrés», aquí aprendimos a jugar al mus.
Nosotros, los alumnos, como siempre, unos con ganas de hacer algo, otros a pasar el tiempo, algunos obligados por sus padres. iAh! Y en los primeros años grupos por sexos.
Sería interminable la lista de anécdotas, historias que aquí os podría contar, pero quisiera aprovechar este pequeño espacio para recordar a aquellos profesores que, en esos años, pasaron por el Instituto, agradecerles, desde la distancia, el tiempo que nos dedicaron y el empeño que pusieron en la construcción de nuestro futuro: Doña Concha, adelantada a su tiempo; Don Justo, sereno; Don Francisco, entrañable y loco matemático; Don Enrique Estradé, sublime con sus manos; Jesús Hedo, embriagador de literatura; Don Angel y Don Pablo, los talleres eran suyos; Mari Paz, Doña Inés y Doña Carmen nos adentraron en otras culturas; Doña Charo, fórmulas inimaginables; Don Ernesto, idealismo transcendental, causalidad y libertad; Mari, con sus labores; Doña Luz Divina, teoría de la Relatividad, Newton, Einstein, Leibniz por todas partes; Don Juanjo, difícil tarea; Don Delfino, con su FEN; y qué decir de los jovencitos profesores de Gimnasia: César, Luis y Julio, Mª José y Susi; Meli, siempre dispuesta a arreglarnos cualquier papel o negociar ante algún profesor; el Señor Pepe y Mari, ¡en todas partes! A todos ellos, un entrañable recuerdo.
María Antonio, Mari, fue conserje del IES Eulogio Florentino Sanz durante treinta y cuatro años, desde 1969 hasta 2003. Cuando llegó sólo tenía veinte años y, por cierto, llegó casi por casualidad. Había visto la convocatoria de la plaza en un escaparate y decidió solicitarla. Resultó que ella era la única que cumplía uno de los requisitos que exigían: tenía el título de Auxilio Social de la Sección Femenina.
Sus recuerdos de aquellos primeros años son muchos y buenos, pero aún rememora lo duro que fue para ella adaptarse al trabajo: era muy joven, los horarios eran larguísimos debido a que había talleres por la tarde y la jornada laboral no acababa hasta las seis o siete de la tarde. Aún así consiguió completar los estudios de Graduado Social durante aquellos años, viajando con frecuencia a Ávila por las tardes.
Mari llegó al instituto dos años después de que se produjera la incorporación de las chicas en el curso 1967-68 y considera este hecho el cambio más importante de toda la historia del instituto y el que más impacto ha tenido en la ciudad de Arévalo. Es más, a día de hoy sigue expresando su asombro ante el hecho de que fuera creado como un instituto sólo para chicos y durante diez años se negara la posibilidad de acceder a la educación a las chicas.
El trabajo era aproximadamente igual que en la actualidad, aunque recuerda que la relación con los alumnos era más cercana, posiblemente debido a que eran menos. En aquellos tiempos el conserje también hacía trabajo de patio en los recreos: acompañaba a las chicas en el patio de la entrada principal del instituto. Los chicos, por cierto, tenían en aquellos tiempos su recreo en el patio del pinar, porque durante bastantes años existió una segregación de hecho tanto en el recreo como en clase (los chicos tenían sus clases en el pasillo que ahora ocupa el primer ciclo de Secundaria y las chicas en el pasillo de la Biblioteca). Quizá en honor a los tiempos ruidosos que vivimos recuerda con nostalgia el silencio y tranquilidad del instituto en aquellos años, y es que los chicos no podían salir al pasillo nunca, solamente para ir al baño.
También recuerda con nostalgia su relación con los profesores y directores, relación que posiblemente era más cercana, debido a que era un claustro mucho más pequeño.
En el año 2003 tuvo ocasión de pedir el cambio de plaza a la Escuela Oficial de Idiomas, pero en Arévalo la Escuela Oficial de Idiomas se encuentra en el mismo edificio que el instituto con lo cual su vinculación con este sitio no ha terminado. Como asombrándose a sí misma repite: cuarenta y un años ininterrupidos dedicados a este centro, una vida entera, sin duda.
Desde la primera referencia que conocemos de la Asociación de Padres y Madres que data de 1965 hasta hoy, la colaboración de las familias con el instituto ha sido muy estrecha. En la actualidad cuenta con ciento catorce asociados y la relación con el centro es excelente, siempre dispuestos a mejorar y solucionar cualquier cuestión que se plantee dentro de nuestra comunidad educativa. Entre las actividades que desarrollan están la acogida de los alumnos de 1º de ESO, diversos concursos con premios, desayunos cardiosaludables, charlas para madres y padres, diversas actividades extraescolares, viajes fin de curso, orlas, la fiesta de despedida de de Bachillerato y Ciclos Formativos. En su reflexión sobre el centro admiten ser conscientes de que todo se puede mejorar y expresan su deseo de apoyar y participar en cualquier actividad realizada desde el instituto.
A principios de los años ochenta con los cambios estructurales del edificio y los cambios del sistema educativo de finales de los setenta, el IES Eulogio Florentino Sanz básicamente ya es el mismo que hoy conocemos. En 1979 eran veinte profesores y a finales de los ochenta ya había treinta y cinco profesores.
Esta es la década que marca la modernización de nuestro país y su entrada en Europa. Ya somos europeos, decían entonces, y la asignatura de Inglés se incorpora a los temidos exámenes de Selectividad. En el ámbito educativo, en 1985 se aprueba la LODE, ley que fijaba los derechos a la educación recogidos en la Constitución, además de establecer un nuevo sistema de gestión de los centros y reconocer la libertad de cátedra. Esta ley contempló por primera vez la figura del Consejo Escolar, que permitía a profesores, alumnos, padres y PAS participar en la gestión de los centros públicos. Visto desde hoy resulta inimaginable un instituto en el que no existiera el consejo escolar.
La tercera década de vida del centro se inaugura con la elección de un nuevo director, Melquiades del Río, catedrático de Filosofía, al que en 1982 sucederá Esteban Monjas y en 1983 Jesús Gil Velasco. La mayoría de los profesores ya no viven en Arévalo sino que se desplazan a él diariamente. En el curso 85-86, cuando entra en vigor de la LODE, hay cuatrocientos cuarenta y dos alumnos matriculados en el instituto, de los que el 60% son chicas y el 53% procede de pueblos de la comarca.
Como novedad, se instala un bar en uno de los talleres del centro que sólo permanecerá abierto durante los recreos. Su gestión estaba a cargo de un alumno, pero el bar pronto empezó a causar problemas, ya que algunos alumnos pasaban demasiado tiempo en él. El instituto se moderniza al mismo ritmo que lo hace el país. Nace un cine-club en que se proyectan cortos, al final de curso hay una semana teatral, las excursiones son cada vez más habituales e interesantes, comienza a celebrarse la fiesta de fin de curso con salidas al campo, se instaura la semana cultural e incluso los profesores plantean asambleas conjuntas con los alumnos, ya que les preocupa el poco contacto que tienen ambos colectivos.
En las actas de 1981 ya figura el nombre del poeta arevalense Eulogio Florentino Sanz en la denominación de nuestro instituto. El 20 de mayo de 1981 los veintiséis profesores que entonces formaban el claustro votaron entre diferentes propuestas y resultó triunfadora la que hoy conocemos. A partir de entonces el instituto será «el florentino».
En el curso 83-84 sigue funcionando el colegio menor. Estaba situado cerca del instituto, en el edificio que después albergó al CFIE y hoy a la Escuela de Adultos. Su director era Justo García, el que ya había sido director del Laboral en sus inicios. Allí los alumnos que no querían o no podían desplazarse desde sus lugares de residencia a diario disponían de habitaciones y comedor. Sin embargo, era un servicio muy poco utilizado, por lo que el equipo directivo del centro se propuso revitalizarlo informando a la población de la comarca de sus ventajas. Tras la visitas realizadas por el director Jesús Gil junto con el presidente de la APA a los pueblos de la zona, el Colegio Menor llegó a alojar a 32 internos y 31 mediopensionistas, frente a los 21 que tenía en el curso anterior. A pesar de todo el colegio desaparece en 1985 y parte de su mobiliario es cedido en depósito al instituto por el APA.
En 1984 los profesores se vuelcan en celebrar el 25 aniversario de la creación del instituto con numerosos actos. Las commemoraciones comenzaron el 7 de febrero con una conferencia en el Teatro Castilla de D. Joaquín Ruiz Jiménez, el ministro de Educación que había firmado el decreto de creación del centro. El 13 de febrero se estrena la representación teatral de la tragedia de García Lorca La casa de bernarda Alba, que más tarde se representaría en diferentes institutos de la comunidad. Además, el día 14 se dedicó a exhibiciones deportivas en el Pabellón Municipal, el día 15 se representó la obra teatral La familia es un estorbo en el Castilla, el 16 acudieron a una conferencia a cargo de un representante de la Consejería de Educación de Castilla y León y el 17 se celebró la conferencia de D. José Segovia Pérez, Director General de Enseñanzas Medias. Junto a la entrega de premios del Concurso de Cuento y Poesía, se inauguró una exposición de pintura y se editó un periódico mural en el que se recogía la historia del IES.
Carlos Galiana - Profesor de Matemáticas desde 1979, Secretario en 1979, Jefe de Estudios desde 1982 a 1986 y Director del JES Eulogio Florentino Sanz desde 1992 al curso 1998-1999
Un día, hace más de treinta años, busqué con avidez en el BOE mi próximo lugar de destino definitivo: Instituto Nacional de Bachillerato-Mixto (Arévalo). Tenía la ilusión propia de quien obtiene una recompensa después de largo tiempo de estudio pero reconozco (y recuerdo) que sentí algo parecido al miedo ante lo desconocido: ¿Cómo será el centro? ¿Seré bien acogido entre mis nuevos compañeros? ¿Qué tipo de alumnos tendré? Estas son sólo algunas de las cuestiones que me hice en aquellos días, sin embargo, mis temores se disiparon enseguida.
Cuando llegué al Centro me presenté al nuevo director, D. Melquiades González del Río, sucesor de la que había sido durante muchos años directora, Dª Concepción Martínez Callejo.
El edificio, planta baja, dicen que fue premio nacional de arquitectura, había sido proyectado para un centro educativo en Andalucía y luego reproducido en varios lugares de España. Es un dato que, sin duda, nos enorgullece.
Compré un piso en Arévalo, encarecido por la «suerte» que había llovido recientemente en forma de premio gordo de la lotería del Niño (dos mil millones de las antiguas pesetas) y sin saberlo estaba metido de lleno en mi recién estrenada vida.
Como éramos una familia «nueva» en Arévalo, cuando salía a la calle la gente me preguntaba donde trabajaba y, para mi sorpresa, al contestar que en el Instituto, nadie me entendía; tardé en comprender que mi lugar de trabajo no era un Instituto sino que era y seguiría siendo durante varios años más, «El Laboral», primera denominación del Centro que inicialmente dirigió D. José Mª Portillo.
No es fácil olvidarse (ya que dicen que los primeros amores nunca se olvidan) de algunos datos que hoy en día pueden resultar curiosos. Por ejemplo, si hablamos de emplazamientos puedo señalar que en los lugares en los que actualmente se ubican el gimnasio y las aulas de dibujo-diseño, antes, cuando era Instituto Técnico de Enseñanza Media, había talleres de máquinas (fresadoras, tornos, bancos de carpintería, un tractor, etc.). Estos recursos que difícilmente podríamos encontrar hoy en día en un aula eran por entonces muy frecuentes. Con posterioridad se impartieron materias como las EATP (Enseñanzas artístico-técnico-profesionales): comercio, carpintería, probablemente más prácticas, que de alguna manera, pasaron de moda y quedaron obsoletas con la llegada de nuevas leyes, nuevas tecnologías y nuevas generaciones. Si la sociedad avanza, la educación progresa.
La sala de profesores (hoy tutorías-Orientación) estaba, junto con los despachos de administración y del equipo directivo, en la «rotonda», «pentágono» o «palomar». Evidentemente, no hace falta darle muchas vueltas a la cabeza para adivinar que no éramos un grupo de profesores muy numeroso. Allí mismo, en la chimenea, asábamos chorizo, patatas y organizábamos alguna que otra comida con espárragos silvestres, níscalos y otros tipos de setas que previamente habíamos conseguido siguiendo las expertas ínstrucciones de D. Juan José Martín (Juanjo «el cura»). iCómo no recordar estos momentos inolvidables!
Y al hablar de inolvidables, de etapas lejanas y de cambios tan importantes y profundos para nuestro centro, tengo y quiero hacer una mención especial a nuestro querido compañero y amigo D. Jesús Gil Velasco, que fue director del Instituto de Bachillerato y precursor de grandes transformaciones.
La llegada de la LOGSE, las sucesivas ampliaciones del edificio y la incorporación de los alumnos del primer ciclo de la ESO y de los ciclos formativos, han transformado el Centro en el actual IES Eulogio Florentino Sanz.
Todavía hoy pienso de vez en cuando (porque no es algo tan lejano) en la época en que se impartía BUP (Bachillerato Unificado y Polivalente) y COU (Curso de Orientación Universitaria), con clases tan numerosas que, en ocasiones, superaban los cuarenta alumnos y también recuerdo esos momentos en los que la barrera entre el docente y el discente se hacía casi transparente y todos juntos saltábamos al campo y jugábamos aquellos partidos de fútbol «profesores vs alumnos», de forma habitual y con cierto entusiasmo.
María José Manzano Herrera - Alumna entre 1981-1985 y profesora de Lengua y Literatura entre 2001 y 2008
EI teatro. Si miro atrás y vuelvo a los ochenta, de mi paso corno alumna del entonces Instituto Nacional de Bachillerato Eulogio Florentino Sanz, lo primero que viene a mi memoria son las tardes de ensayo con el grupo de teatro del centro, con Pablo Pérez, profesor y amante de este arte, director del Aula de teatro del IB hasta que la muerte lo sorprendió y nos lo arrebató temprana y tristemente. «La casa de Bernarda Alba», obra en la que yo interpretaba el papel de Adela, fue uno de nuestros éxitos.
El frío. Recuerdo un invierno especialmente frío en el que llegamos a registrar 19 grados bajo cero en una mañana de diciembre, en la estación meteorológica que aún está junto a la casa del conserje (yo siempre he conocido a Agustín, tanto de alumna como después de profesora), y que entonces controlábamos los alumnos. iY yo con una americana de Zara!: las tiranías de la moda; nada ha cambiado en este aspecto, las chicas de ahora lucen cintura haga como haga.
Las clases por la tarde. iQué pereza! En mi época ya sólo íbamos dos o tres tardes por semana y teníamos las asignaturas más «ligeras» -sí, ya sé que se nota mucho el eufemismo-. Recuerdo las clases de Hogar, en las que Mari nos enseñaba a comprar carne, organizar una dieta equilibrada para nuestra futura familia (iqué bien nos ha venido después! hacer macramé... y a veces nos dejaba salir a la tienda de enfrente (Pajarita), para comprar regaliz, con su abrigo de piel.
Las fiestas en la discoteca Equus. Las organizaban los alumnos de COU y con ellas se conseguía dinero para los viajes de fin de curso: de antología, mejor no entrar en detalles. En el viaje de COU, los de mi promoción ya no pudimos cumplir con la tradición de ir a Palma de Mallorca, porque en el curso anterior la cosa se salió de madre, y los profesores se plantaron y tuvimos que recurrir a algún osado padre que se atrevió a acompañarnos a una ruta cultural por Andalucía.
El primer suspenso. Fue la segunda evaluación de Matemáticas de 1º de BUP (tras una larga convalecencia de una peritonitis que a punto estuvo de llevarme al otro barrio, todo hay que decirlo).
Las primeras amigas de verdad, los amigos también... con los que nos pirábamos algunas clases (poquitas) para irnos al Alexis a jugar a los comecocos.
El primer amor (frustrado, claro).
Todos estos recuerdos se agolpan en mi memoria con una música de fondo: Spandau Ballet, Tequila, Mecano, Aute... entre otros muchos, y con algunas imágenes muy vivas, como la de aquel banco colgado de las vigas interiores de la cubierta del edificio nuevo (entonces lo era); nadie supo quién lo había hecho (bueno, al menos ésa es la versión oficial), pero el caso es que un buen día allí arriba estaba el banco de la sala de fumadores -¡teníamos un aula sólo para los alumnos, para fumar a gusto!; increíble ¿verdad?- suspendido en el vacío de tres pisos de altura. Si esto hubiera sucedido ahora la foto habría aparecido en el Twenty y el Facebook antes de que el insti abriera sus puertas. Pero la imagen principal es la de aulas de cuarenta alumnos en las que imperaba el respeto y el ambiente de trabajo, y en las que de vez en cuando alguno hacía una gamberrada «sana» y generalmente sin más consecuencias.
Y están los profes, claro. Tengo un buen recuerdo de todos ellos, buenos profesionales y mejores personas; con algunos he coincidido años después en mi segunda estancia en el Eulogio: Carlos, Charo, Esteban, Vidal; y otros siempre han estado en mi memoria: Alicia, «la de griego», recuerdo de ella que nos trataba como a personas «mayores»; Don Juanjo, «el cura», que despertó mi conciencia ecológica (aunque no era ése el objetivo principal del área de Religión, pero en fin) con la lectura de Un mundo que agoniza de Miguel Delibes; Jesús Gil, que me contagió el gusto por la Lengua y que tanto me ayudó en mis estudios posteriores. Y tantos otros...
Sin pretenderlo he comenzado y terminado este repaso sentimental con dos personas que ya no están. Tal vez ésta sea la conclusión: el tiempo pasa también para el Eulogio. Nunca volverá a ser igual, pero ahí sigue mezclando inquietudes, trabajo, ilusiones, algunos sinsabores y mucho esfuerzo. Ahí sigue, formando generación tras generación a los jóvenes de la zona y dejando en ellos, siempre, una impronta especial.
Durante veintiséis años Agustín López fue el conserje del IES Eulogio Florentino Sanz. Empezó en 1979 y aquí se jubiló en 2005. Su incorporación al centro se produjo al presentarse al concurso de la plaza que el instituto convocó. Agustín se presentó a la plaza junto con otras tres personas de Arévalo y diez de fuera. El examen fue realizado y corregido por profesores del claustro y constaba de cuatro partes. La primera parte era rellenar de nuevo la solicitud de la plaza a mano. El examen, por su parte, constaba de tres partes: un dictado, una parte de problemas de matemáticas y una de historia.
Finalmente la plaza le fue adjudicada a él, y tal hecho cambiaría su vida de una manera casi radical. Casado y con cinco hijos, la plaza de conserje en el instituto supuso para él algo tan importante como habitar en la casa del conserje, lo cual era una gran mejora en su calidad de vida. En ella residió hasta su jubilación. Hoy la seguimos llamando «la casa de Agustín».
El instituto que encontró a su llegada en enero de 1979 era muy diferente al que dejó en su jubilación en 2005. Recuerda con especial aprensión el trabajo que suponía mantener la calefacción, que era del llamado «calor negro». Los radiadores tenían que ser encendidos aula por aula por la mañana y apagados aula por aula por la tarde.
La sala de profesores, entonces ubicada en lo que ahora es el Departamento de Orientación, se calentaba con una chimenea de leña que Agustín encendía cada mañana.
Con especial cariño y nostalgia (y bastante buen humor) recuerda los cambios políticos que tuvieron lugar en nuestro país en los últimos años setenta y primeros ochenta y cómo se veían reflejados en el claustro de profesores.
También con nostalgia recuerda a todos los directores del instituto desde 1979, aunque de alguna manera siente que en aquellos tiempos no se valoraba mucho a los conserjes, pero es verdad que a lo largo de los años de relación con el centro ha habido otros momentos en que se ha sentido muy valorado.
Vivió como conserje las dos grandes reestructuraciones que el edificio ha tenido. A principios de los años ochenta la construcción de la «torre» y a principios de los años 2000 la construcción del ala nueva del instituto. En ambas ocasiones colaboró activamente en la «normalización» del funcionamiento de un instituto en obras y es recordado con gran aprecio por los equipos directivos con los que trabajó y por todos los profesores a los que de una manera u otra siempre ayudó de mil maneras.
Cuando rememora todos estos años afirma que, sin duda, el instituto ha sido su casa y su familía. Veintiséis años de alegrías y tristezas, profesionales y también familiares, vividas aquí día a día. Hoy sigue considerando el instituto como su casa y su familia, y sigue colaborando y visitándolo con mucha frecuencia.
Publio Jesús Martín Serrano
Esta es mi pequeña historia en el Eulogio Florentino Sanz. En 1986 vine de Valladolid donde desempeñaba mi función en Seguridad e Higiene en el Trabajo, pedía así el traslado a Arévalo en la categoría de Administración y dejaba atrás una etapa, para comenzar otra más cerca de mi familia. En mi llegada al instituto me recibieron el entonces equipo directivo: Jesús Gil y Carlos Galiana, dos personas en principio desconocidas que acabaron convirtiéndose en grandes amigos. iCuántos buenos momentos...!
Los comienzos supusieron un aprendizaje diario en mi nueva labor, para mí totalmente desconocida. En Meli encontré la mejor maestra y día a día formamos un buen equipo de trabajo. Después de su jubilación tome las riendas en secretaria ayudado en todo momento por Cristina Pescador, Directora del centro. Entonces matriculábamos manualmente, todos los escritos se redactaban a máquina, pasábamos los horarios de los profesores también a máquina, escaneábamos las partes de faltas, icuántos libros escolares cumplimenté...!
Agapito, el Secretario, un gran amigo, pasamos muchos buenos momentos. Años más tarde conocería a Araceli, mi nueva compañera, y con ella compartí mis últimos años de estancia en el centro. Aprendimos mutuamente, en un entorno de trabajo muy agradable.
Son tantos lo profesores que he conocido durante mis veinticuatro años, que me resultaría realmente complicado nombrarlos uno a uno. No puedo dejar de mencionar a mi gran amigo Anastasio con el que sigo manteniendo una excelente amistad. Mi última mención es para Agustín, el Conserje del instituto. Gracias, tú sabes el porqué.
En 2005 llegaría mi prejubilación de la cuál disfruto actualmente en compañía de mi familia y recordando todos estos años pasados, aunque no me he desvinculado del centro y siempre que tengo la oportunidad participo gustoso en sus actos.
En los años noventa se va afianzando la nueva pedagogía educativa que la LODE del ministro Maravall había impulsado. Se arrinconan las viejas enciclopedias y las editoriales se esfuerzan en presentar libros de texto más vistosos, llenos de ejercicios y fotografías. Llegan también a los centros los departamentos de Orientación, el alumno se convierte en el centro del proceso de enseñanza y cambian incluso los contenidos (¿Quién no recuerda la época de la teoría de los conjuntos en las clases de Matemáticas?).
En 1990 se promulga una nueva ley de educación, la LOGSE, que reformará el diseño de todo el sistema educativo. Se amplía la escolarización obligatoria a los dieciséis años. Ahora los alumnos llegarán al instituto a los doce años para cursar la ESO y después accederán al Bachillerato de dos años o a la Formación Profesional. Al instituto llega una nueva generación de profesores, con lo que el número de integrantes del claustro se amplía.
La nueva ley trae aparejada la obligatoriedad de elaborar un Proyecto Educativo de Centro (PEC). Así, en 1993 los profesores se embarcan en la tarea de realizar un estudio tanto de la comarca como de los alumnos y sus familias que sirva como base para una mejor respuesta a las necesidades educativas de su entorno. Entre las conclusiones de su análisis podemos destacar que entre el alumnado había un mayor número de mujeres que de varones (54,3% y 45,7% respectivamente). En aquel momento el 40,1% de los alumnos procedía de la ciudad de Arévalo, mientras que el 59,9% restante pertenecía a la comarca. Respecto a la profesión de los padres, el 50% trabaja como pequeños empresarios o autónomos, por lo que tienen un trabajo estable, el 5% son profesionales liberales, el 12% empleados médicos, el 29% obreros con o sin cualificación. El porcentaje de paro era de un 4,5%. En cuanto a las madres, en una gran mayoría eran amas de casa, Preguntados los alumnos por el ambiente religioso familiar, el 73% respondió ser católicos practicantes, el 18% no practicantes. Respecto a los objetivos de la enseñanza que la familia consideraba importantes, destacaba la preparación para estudiar una carrera universitaria, señalado por un 67% como prioritario; un 16,5% se refería a la formación como persona. Por último, la mitad de los alumnos señalaba su pertenencia a alguna asociación, bien de carácter político, bien cultural o deportivo.
Las reformas han sido tan profundas que a menudo este año, cuando hemos recibido visitas de antiguos alumnos, hemos comprobado asombrados cómo no reconocían los espacios en los que se encontraban y cómo el instituto que recordaban ya no existía.
Ejemplar en los cambios que ha sufrido el instituto ha sido la biblioteca, por dos razones fundamentalmente: por su cambio estructural y porque de manera muy acertada ejemplifica el esfuerzo que los sucesivos claustros y equipos directivos del instituto han realizado para adaptar los medios de los que disponemos a los nuevos tiempos.
La biblioteca era hasta los años 2000 una sala dividida en dos espacios separados por un muro, Una era la sala de libros, cerrada, a menos que un profesor estuviera dentro, y con unos fondos de aproximadamente 8.000 volúmenes, catalogados mediante un sistema de fichas bastante anticuado. La otra era la sala de lectura, amueblada con mesas muy largas de color negro y que estaba siempre abierta y no estaba vigilada. A parte de estudiar, cuando era posible, básicamente era utilizada por los alumnos para dejar sus mochilas a primera hora de la mañana, en el recreo, y en otras ocasiones en que tenían que sacar sus mochilas de clase.
La primera tarea que se realizó en los años noventa (y que supuso la colaboración de todo el claustro) fue la informatización de los fondos de la biblioteca. Muchos profesores del claustro dieron todas sus horas extraordinarias posibles y algunas veces imposibles, en el esfuerzo que supuso la recatalogación e informatización de sus fondos.
Más adelante y en honor a la filosofía según la cual el entorno que nos rodea en cada actividad humana es fundamental en el éxito y disfrute de dicha actividad intentamos mejorar el aspecto de la biblioteca. Instalamos ordenadores con acceso a Internet en la sala de fondos, reordenamos las estanterías en esta sala para crear un espacio donde se pudiera trabajar y actualizamos parte del mobiliario. En cuanto a la sala de lectura empezó poco a poco a fomentarse la idea de que era un sitio de estudio, se prohibió que se abandonaran las mochilas allí, empezó a estar vigilada por un profesor, se prohibió comer, las mesas fueron pintadas de color blanco por los alumnos de Educación Plástica.
En el curso 2003-04 presentamos ante la Dirección Provincial un proyecto de mejora de la biblioteca. Aprobado por dicha dirección provincial, con los fondos recibidos hicimos la reforma estructural que siempre habíamos soñado y convertimos la biblioteca en el espacio que hoy es. El muro que separaba ambas salas fue derribado y el techo, suelo y ventanas renovados.
Con la adquisición de nuevo mobiliario y más medios informáticos, la biblioteca se convirtió en un espacio amplio, iluminado y acogedor alrededor del cual gira gran parte de la vida de los alumnos durante una mañana. Así, desde los tiempos en que acogía (con «amabilidad», estoy segura) las mochilas de los alumnos hasta hoy, en que es el centro de su vida cultural, hemos recorrido un camino largo. Siempre es agradable tener ante los ojos, cada día, la prueba irrefutable de los cambios que acontecen en nuestra vida y la biblioteca del IES Eulogio Florentino Sanz es exponente claro de ello. También es exponente del impulso que ha movido siempre a los claustros y equipos directivos de este instituto. Hablando de estos cambios es, por cierto, imposible no mencionar a los alumnos, que durante la reforma estructural ayudaron a poner más de 4.000 volúmenes en cajas y volvieron a colocarlos una vez finalizada la obra.
No puedo acabar este recuerdo sobre la biblioteca y el significado que tiene en la vida del instituto sin hacer referencia a las múltiples actividades que desde ella se realizan a lo largo de un curso académico (visitas guiadas, lecturas poéticas, celebraciones de fechas especiales, mercadillo de libros usados...) y sin hacer una mención especial al «Cub de Lectura IES Eulogio Florentino Sanz» formado por profesores/as, padres/madres y en algún momento exalumnos/as. Formado hace 5 años en un intento por acercar el mundo de los padres/madres y de los profesores a través de la literatura, ha sido una experiencia enriquecedora e innovadora y, de alguna manera, impactante en una ciudad del tamaño de Arévalo.
Laura Martín Martín - Alumna entre 1991 y 1996 y profesora de Biología en 2009-2010
Cuando me ofrecieron la oportunidad de poder contar mis recuerdos en el instituto, la verdad es que acepté sin dudarlo. Si me paro a pensar, son recuerdos, pero a la vez son experiencias presentes, he pasado de sentarme en los pupitres a encontrarme frente a la clase, de escuchar a ser escuchada, de estudiar lo explicado a ser yo quien explique los temas, las clases en las que fui alumna son hoy mi lugar de trabajo en las que ejerzo de tutora. Los que un día fueron mis profesores hoy son mis compañeros, es una sensación curiosa pero agradable. Me encuentro bien aquí, me siento de aquí y espero pasar a formar parte de la historia del Eulogio por muchos años.
Si tuviera que hacer una lista de mis profesores durante los años de estudiante creo que podría acordarme sin problemas de todos, sería larga tan sólo expresarles a todos y cada uno de ellos, su contribución a mi formación, a lo que hoy soy.
Recuerdos, muchos, por qué no decirlo la mayor parte agradables, sentimientos, risas, emociones, carreras, algún susto, nervios, claro... también forman parte de la rutina del estudiante.
El Eulogio ha sido el lugar de trabajo de mi padre durante muchos años, el lugar de estudio de mis hermanas y mío, y, si la vida nos lo permite, hoy como madre, creo que será el lugar de estudios de mi hija... padres, hijos y nietos todos con este denominador común.
Espero que el Eulogio cumpla al menos otros cincuenta años más.
José Mª Hernández - Orientador del IES desde 1999 hasta la 2016
La Ley de Ordenación General del Sistema Educativo en 1990 presentó como uno de los principios básicos de la actividad educativa la atención psicopedagógica y la orientación educativa y profesional, lo que se plasmó en una serie de modificaciones paulatinas durante los años noventa con profesores voluntariosos de otras especialidades que hacían orientación profesional y de estudios, hasta que en el curso 1998-99 cristalizó con la creación del Departamento de Orientación cuya jefatura va a recaer en la figura del Orientador.
Este peculiar Departamento, el único que no tiene el rango de Didáctico aunque lleve a cabo tareas docentes, se va a encargar de toda la actividad que supone en el Centro el carácter integrador que la nueva ley concede a la enseñanza, lo que se traduce en asesoramiento al profesorado en todo el espectro de la enseñanza y el aprendizaje, el desarrollo de los Planes de Acción Tutorial y de los Planes de Orientación Académica y Profesional.
Para acometer estas labores integradoras aparecen otros profesionales junto al Orientador; los profesores Especialistas en Pedagogía Terapéutica y los profesores de Compensación Educativa que se van a encargar de trabajar con los alumnos de necesidades educativas especiales asociadas a discapacidad intelectual, sensorial o motriz (de hecho el Instituto es centro preferente para alumnos con discapacidad motórica), y con alumnos con especial desigualdad social, étnica o de inmigración.
En estos dieciocho años de orientación se han sucedido muchas actuaciones, ha habido muchas experiencias, se ha ayudado a muchos alumnos, a familias, a profesores..., en estos años se ha ido consolidando una labor de orientación que está haciendo un poquito mejor toda la gran obra del Instituto.
Durante años hemos pretendido que las actividades extraescolares, educativas y variadas, fueran una de nuestras señas de identidad. Algunas muestras son los viajes de estudios (Italia, Eslovenia, Praga, Santiago...), los intercambios escolares con Francia, las Aulas de la la Naturaleza en Castronuño, Villardeciervos o Viérnoles, las competiciones deportivas, la Recuperación de Pueblos Abandonados en Granadilla, los diferentes talleres del Día del Centro, la Feria de la Moraña, las representaciones teatrales, el Festival de Navidad, las actividades del Plan de Fomento de la Lectura y el Concurso de Narrativa y Poesía que este curso ha alcanzado su XXXI edición.
Luis García - Inspector de Educación de la Dirección Provincial de Educación de Ávila
Cuando en el año 2004, como consecuencia de la normativa que tiene establecida la Consejería de Educación de la junta de Castilla y León, que prevé que los Inspectores de Educación no permanezcan más de cinco años encargados de los mismos centros educativos, abandoné las labores de supervisión y asesoramiento que corresponden a la Inspección Educativa, el Instituto Eulogio Florentino Sanz de Arévalo se encontraba en pleno proceso de adaptación a la normativa emanada de la LOGSE. El IES Eulogio Florentino Sanz fue el último centro de la provincia de Ávila en implantar la nueva Ley Educativa. Hoy, transcurridos seis años y en virtud de esa misma norma, me hago cargo, de nuevo, de las labores de Inspección del centro. La Directora, Dª Cristina Pescador Mulas, que ya era directora del centro entonces, me encarga que, con motivo de una publicación que se tiene prevista, debido a la celebración del cincuenta aniversario de la construcción del Instituto, haga una reflexión sobre los cambios que ha experimentado el centro desde aquella fecha y que yo haya podido observar. No pretendo, desde luego, hacer una valoración en profundidad de los cambios allí acontecidos. Me voy a limitar a dejar constancia en estas líneas de las modificaciones estructurales que son observables para cualquiera que haya seguido de cerca las innovaciones que han afectado a los centros educativos desde la implantación de la LOGSE y posteriormente de la LOE, sin hacer ningún juicio de valor de los mismos, ya que considero que esos juicios de valor no le corresponde hacerlos al Inspector del centro.
El Instituto, a lo largo de estos años, ha experimentado una modificación muy sustancial, podría aplicarse, sin temor a equivocación, la conocida metáfora de la vuelta al calcetín. Con la excepción de la labor diaria del profesorado, cuyo quehacer de atención constante a los alumnos poco ha cambiado y que se sigue llevando a cabo con encomiable dedicación, las novedades son importantes:
1.- Podemos comenzar con la composición del Claustro de Profesores: Por entonces el Claustro lo conformaban Catedráticos de Bachillerato, Profesores de Bachillerato, y Profesores Interinos, cuando eran necesarios para cubrir el cupo de docentes que se hicieran cargo de impartir las asignaturas que cursaban los alumnos matriculados en el centro. A lo largo de estos años se han ido incorporando a los centros nuevos profesores con perfiles muy distintos.
La primera figura de profesorado de nueva incorporación fue la del Orientador, con la especialidad de psicología y pedagogía, profesional cuya presencia en los centros había sido demandada durante largo tiempo y del que se esperaba que llenara el vacío de orientación educativa, psicopedagógica y profesional que ayudaría a los alumnos a tomar adecuadamente las decisiones pertinentes en relación con su futuro educativo y profesional. Se creó un nuevo Departamento docente, el Departamento de Orientación, al que se han ido incorporando los sucesivos docentes con perfiles profesionales nuevos que no existían con anterioridad a la LOGSE: Profesor especialista en Pedagogía Terapéutica (PT), Profesor especialista en Audición y Lenguaje (AL), Profesor especialista en Educación Compensatoria, cuya misión es prestar la debída atención a los alumnos inmigrantes que se han ido incorporando al Instituto en estos últimos años. La localidad de Arévalo, sin embargo, no es un lugar donde la afluencia de alumnado inmigrante sea muy significativa y la labor de estos profesionales va dirigida fundamentalmente a la atención de los alumnos que pertenecen a las minorías étnicas que sí son numerosos en la localidad.
Con la llegada al centro de alumnos de doce y trece años, que con anterioridad a la implantación de la LOGSE cursaban 7º y 8º de EGB en los centros de Infantil y Primaria, se incorporaron al Claustro maestros procedentes del nivel educativo de EGB que se encargan de impartir docencia precisamente a esos alumnos que se han incorporado al Instituto para cursar y 2º de ESO.
La integración en los centros de Educación Secundaria de la Formación Profesional Específica de Grado Medio y Grado Superior trajo consigo la llegada al IES Eulogio Florentino Sanz de un grupo de Profesores especialistas en las disciplinas propias de los Módulos educativos que se imparten en ese nivel educativo. Se produjo la incorporación al centro de titulados en Economía, Ciencias Empresariales o Administración de Empresas que se han hecho cargo de los dos niveles de FP que se imparten en el centro: Gestión Administrativa (Ciclo de Grado Medio) y Administración y Finanzas (Ciclo de Grado Superior).
La composición del Claustro de Profesores del IES Eulogio Florentino Sanz del año 2010 no tiene nada que ver, pues, con el Claustro de Profesores del año 2004. Los docentes destinados en el centro en los años previos al 2004 no podían ni imaginar que en el futuro pudiera producirse una modificación tan sustancial en el mismo. La integración de estos nuevos docentes en el centro ha sido total y hoy día se convive en total armonía. De hecho, algunos de estos docentes han desempeñado cargos de responsabilidad en el equipo directivo del centro.
2.- En lo referente a los estudios que se imparten en el centro, están implantados todos los cursos regulados por la LOE, desde 1º de ESO hasta el 2º de Bachillerato, junto con los Ciclos Formativos de Grado Medio y Superior, incluyendo el Programa de Diversificación Curricular que tan útil ha resultado para esos alumnos que, a pesar de mostrar un aceptable nivel de interés por el aprendizaje no consiguen, sin embargo, ubicados en sus grupos ordinarios, superar con éxito las asignaturas.
El Centro ha dado un paso más en su proceso de adaptación a las innovaciones docentes que ofrece la Consejería de Educación y con muy buen criterio ha implantado una Sección Bilingüe de Inglés en los 4 cursos de ESO. El Instituto dispone de Sección bilingüe desde el curso 2007-08, impartiéndose en Inglés las asignaturas de Educación Física, Tecnología y Música.
Como Inspector del centro he mantenido varias reuniones con el profesorado que imparte docencia en esta Sección y he podido constatar el alto nivel de satisfacción por parte del profesorado y del alumnado.
Se imparten, así mismo, clases correspondientes al «Plan de Éxito Educativo», dos días a la semana, por la tarde, encaminadas a ayudar a los alumnos de 1º y 4º de ESO a aprobar las asignaturas que tienen pendientes de superar. En definitiva, es un centro que siempre se muestra dispuesto a adoptar todas las innovaciones educativas que las autoridades docentes ponen a su disposición.
El centro tiene elaborado el preceptivo «Plan de Fomento de la lectura» destinado a conseguir que los alumnos intenten mejorar en sus habilidades lectoras así como el «Plan de convivencia». En relación con la convivencia, no se observa ningún tipo de conducta disruptiva que perjudique la buena marcha del centro, con la salvedad de algún alumno que puntualmente pueda mostrar conductas reprobables a las que el centro hace frente con la aplicación de la normativa vigente publicada por las autoridades competentes.
3.- En el curso 2003-04 finalizaron en el centro importantes obras de reforma que permitieran la ampliación de espacios, con objeto de dar cabida a las nuevas enseñanzas que se implantaban. Son obras importantes que han dado al centro un nuevo aspecto, más moderno y funcional, lejos de aquel centro que, con el paso de los años, se había quedado un tanto lúgubre y poco acogedor. Se ha reformado el salón de actos y se ha modernizado la biblioteca del centro, dotándola de los más modernos sistemas de acceso al fondo documental de que se dispone. Así mismo se han ampliado los espacios destinados a albergar los estudios de Formación Profesional.
Se observa, sin embargo, que el mal endémico que aquejaba al Instituto en el año 2004 no ha podido ser resuelto en su totalidad: me refiero a la proliferación de goteras que se observaba en toda la parte antigua del edificio debido a los muchos años que habían transcurrido desde su construcción. Por parte de la Dirección Provincial de Educación, así como del propio centro se han tomado todas las medidas oportunas para resolver el problema.
4.- En cuanto al material docente de que dispone el centro, tengo que decir que se va adaptando paulatinamente a las nuevas tecnologías. Ya hace unos años que se instaló un moderno laboratorio de idiomas que ha permitido la práctica oral de los idiomas que se imparten, tanto Inglés como Francés. El centro dispone de tres aulas de ordenadores suficiente para las necesidades de los alumnos y en este momento están llegando y se están instalando en las aulas las nuevas pizarras digitales que permitirán que los profesores implementen su labor docente con esta nueva tecnología.
5.- A través de las distintas reuniones que he mantenido con el profesorado del centro he podido observar que el nivel de uso de la terminología docente imperante en este momento está totalmente asumida. Ya la Lengua y las Matemáticas se han convertido en «Areas Instrumentales», se prestan los correspondientes «apoyos» y «refuerzos» a los alumnos, se tienen establecidas las «Adaptaciones curriculares» que corresponden y se está al día en la elaboración de los «Planes» pertinentes: Plan de Acción Tutorial, Plan de Fomento de la Lectura, Plan de Convivencia y Plan de acogida de los nuevos alumnos. Las clásicas «asignaturas» de antaño han sido sustituidas por las «áreas», «módulos» o «ámbitos» de hogaño.
Poco a poco el profesorado va interiorizando lo que pueda significar, a nivel práctico, lo que ahora se denomina «Adquisición de competencias básicas», aunque resulte difícil llegar al convencimiento de si realmente lo que los alumnos han aprendido a lo largo de los años que pasan en el Instituto son competencias básicas que les vayan a servir para la vida.
En el futuro se llevará a cabo la correspondiente «Evaluación de diagnóstico» que servirá de indicador objetivo de los logros conseguidos por los alumnos. Acrónimos como «FCT» «ACI» «PAT» «PEC» «PC» «PGA» «RRI» y otros son de uso común en las reuniones que mantienen los docentes del centro. Nuevos tiempos, nuevos términos, misma inquietud: Que los alumnos aprendan y se formen.
6- No puedo finalizar esta breve reflexión sin agradecer a todo el Claustro de profesores del IES Eulogio Florentino Sanz la magnífica acogida que han prestado a este Inspector en todas las ocasiones en que, debido al cumplimiento de las correspondientes «Actuaciones», ya sean habituales o prioritarias, ha tenido que mantener reuniones con los Departamentos didácticos en su conjunto o con los profesores particulares a los que ha tenido que visitar en sus aulas con objeto de constatar su labor docente, que siempre ha sido magnifica. Mi agradecimiento, igualmente, a las dos directoras, Dª Dolores Rata López y Dª Cristina Pescador Mulas y al Director Don Carlos Galiana Gutiérrez, que son las directoras y director que han estado al frente del Instituto durante el tiempo que yo fui Inspector, quienes siempre respondieron con diligencia a los requerimientos hechos desde el Área de Inspección Educativa. Estoy seguro de que en los años próximos seguiremos trabajando en total armonía, tratado siempre de conseguir el mejor funcionamiento posible del centro en beneficio de los alumnos allí matriculados y de sus familias.
Piedad Gallego Nogueras - Profesora de Biología de 1992 a 2009, Jefa de Estudios de 1999 a 2003 y Secretaria de 2003 a 2009
Conmemoramos los 50 años de vida de nuestro instituto son momentos de recordar los grandes cambios que todos hemos vivido y que han transformado el Centro tanto en materia educativa como en el ámbito de gestión, haciendo de él un centro moderno que sabe dar respuestas a las nuevas necesidades del ámbito educativo.
En este amplio periodo de tiempo la sociedad ha evolucionado y con ella, y quizá de un modo más llamativo, la manera de adquirir y transmitir la información. Esto ha obligado al Centro a adaptarse a esos cambios y, por tanto, a mejorar sustancialmente la comunicación entre familias, comunidad educativa y administración.
En los últimos diez años formé parte del Equipo Directivo del Centro. Nuestra tarea era organizar la parte educativa y compatibilizarla con los recursos económicos de los que disponía el Centro y por ello fui partícipe activa de algunos de estos cambios.
as transformaciones más evidentes se han producido en el edificio, que ha soportado dos ampliaciones. La más reciente se completó en el año 2000 para dar cabida a los alumnos del primer ciclo de la ESO y a los Ciclos Formativos. Esto supuso la transformación de una gran parte del edificio principal, lo que ha dado a todo el centro una apariencia más innovadora que contrasta con la antigüedad y el deterioro del resto de las instalaciones. Sin embargo, esta ampliación abrió uno de los campos de batalla en la gestión: la calefacción. Las bombas que utilizaron para calentar la zona nueva eran más potentes que las ya existentes por lo que se llevaban el calor a esta zona, ya de por sí mucho más acogedora, mientras el resto permanecía frío. A esto había que añadir la antigüedad de la sala de calderas y de los circuitos, que no tenían suficiente presión para enviar agua caliente a la parte superior por lo que había que purgar los radiadores diariamente. Esta labor la realizaba yo misma con ayuda de las conserjes, debido a que entonces el Centro no disponía de personal de mantenimiento, y era tan habitual vernos con los cubos purgando radiadores que formábamos parte de las bromas del Centro.
Afortunadamente, en el año 2006 se estropeó una de las calderas y la Dirección Provincial decidió renovar toda la sala. Se independizaron algunos circuitos Y esto permitió gestionar el calor de las distintas zonas dependiendo de las necesidades de cada momento, Durante este tiempo aprendí mucho sobre el funcionamiento de los sistemas de calefacción.
Otro cambio importante, aunque no tan visible como la mencionada ampliación de todos conocida, fue la «Autonomía de Gestión de los Centros educativos», contemplada en la LOGSE (1990) y desarrollada en la LOCE (2002), que ha permitido que el propio Centro organice sus recursos económicos en función de las necesidades. Nuestro objetivo económico en aquel momento fue dotar y mejorar los espacios comunes utilizados fundamentalmente por alumnos. Esta decisión del equipo directivo conllevó una cierta discusión con algunos sectores de la comunidad educativa que, como es lógico, quiere tener siempre, y es lo deseable, unas buenas instalaciones, dotadas de todo el material necesario para desempeñar lo mejor posible la tarea educativa. Pero la mayor parte del dinero se gastaba en reparar innumerables goteras, que aún hoy siguen, humedades y otros desperfectos que iban surgiendo (y surgían muchos) como consecuencia de la antigüedad de las instalaciones no renovadas, ya que cuando arreglabas por un lado se estropeaba por otro.
Aún así, y con el esfuerzo y comprensión de todos, pudimos ir capeando estos aparentemente pequeños problemas y acometer una serie de reformas que han mejorado visiblemente las instalaciones: la renovación de la Biblioteca, el Aula de Música, cambios que redundan en la formación del alumno, y el Salón de Actos, este último con la colaboración de la Dirección Provincial de Educación y la Dirección General de Infraestructuras, Equipamiento y Servicios, que ha mejorado considerablemente su aspecto y su aprovechamiento por los diferentes miembros de la comunidad educativa. Me gustaría insistir en las dificultades económicas que existen en Centros con tanta antigüedad para el mantenimiento de las instalaciones, ya que la dotación presupuestaria no contempla este aspecto y son tantas las necesidades que surgen que temes que el dinero que se recibe no sea suficiente.
Otra de nuestras apuestas fue adaptar el Centro a los requerimientos de la sociedad actual dotándolo de infraestructura informática, gracias también al esfuerzo de la Consejería de Educación. En la actualidad disponemos de tres salas de informática en red, un laboratorio de idiomas y conexión a internet en todas las aulas y espacios comunes, lo que ha hecho posible aplicar con éxito el uso de las nuevas tecnologías como recurso didáctico. La incorporación de los programas IES2000 y GECE, para la organización general y gestión económica respectivamente, ha facilitado el trabajo que realizan los órganos de gestión de los Centros. El programa INFOEDUCA ha mejorado la gestión docente, la comunicación con las familias y su implicación en el proceso educativo. Todos ellos son herramientas indispensables en la Gestión actual de un Centro Educativo.
La gestión económica del Centro supuso para mí muchos cálculos, desvelos y decepciones, ya que son actuaciones que se escapan de mi labor docente, pero también ha habido satisfacciones por las pequeñas mejoras realizadas y los grandes amigos que haces en los malos momentos. Me gustaría destacar que toda esta tarea no hubiese sido posible sin el trabajo en equipo (Dirección, Jefatura de Estudios y Secretaría) que ayudó a superar los pequeños escollos encontrados tanto en el terreno laboral como personal.
He dejado para el final las relaciones con el personal laboral. Las desavenencias con el personal de limpieza de aquel momento, que no pude solucionar y que prefiero no recordar; y el apoyo y la ayuda que tuve de los Conserjes y Personal de Administración: Agustín (iqué hubiéramos hecho sin ti!), Elena, Mary, Fuencisla, Lourdes, Publio, Nines, Ana, Isabel, Araceli y muchos otros que habéis pasado por aquí, a todos, GRACIAS.
Salvador de la Calle Fernández
EI curso 2000-2001 la Junta de Castilla y León convocó, a través de la «Fundación del Patrimonio Histórico», la primera edición del concurso «Los nueve secretos». Se pretendía que los centros de secundaria elaboraran un trabajo de documentación, investigación y propuestas de futuro sobre un bien de interés cultural que perteneciera al patrimonio de su provincia. En caso de resultar ganador, la Fundación se encargaría de la restauración y puesta en valor del monumento; además, los alumnos participantes serían premiados con un viaje.
El departamento de Geografía e Historia del IES Eulogio Florentino Sanz acogió con entusiasmo el reto. Tras proponérselo a los alumnos de 2º de Bachillerato, sobre todo a los estudiantes de «Historia del Arte», diez chicas recogieron el guante y, junto a los profesores, dieron forma al proyecto. Las alumnas partícipes fueron Elisabeth Herráez Cruz, Mónica de los Ríos Tomé, Lidia López Miguel, Marta del Campo Hernández, Nieves Galán González, María García Pérez, Mª Ángeles García Salcedo, Nuria López Lázaro, Leticia López Martín y Miriam Pérez Sánchez. Por su parte, los profesores fueron Javier Aparicio Amador, Diego Corral Medina, Mª Paz Corredera García, Salvador de la Calle Fernández y José Ignacio Piera Delgado.
Tras hacer un repaso por los diferentes monumentos arquitectónicos o escultóricos de la zona, la iglesia de San Martín de Arévalo fue elegida como objetivo. Durante semanas alumnos y profesores rastrearon su pasado, su historia, su valor artístico, describieron el lamentable estado que mostraba, y presentaron varios proyectos de futuro que podrían convertir San Martín en un espacio clave para el patrimonio cultural del pueblo, tanto por su recuperada belleza como por la utilidad futura que podría hacerse de la iglesia (sala de exposiciones, museo de arte religioso, centro de interpretación del mudéjar etc.). Como rezaba el propio proyecto en su carta de presentación, las alumnas y profesores embarcados en el empeño esperaban que un bien patrimonial como San Martín fuera rescatado del olvido y de las ruinas y pudieran admirarlo y disfrutarlo «los que de aquí fueren y de otros sitios vinieren».
Con la inestimable ayuda de los compañeros del desaparecido «Centro de profesores y recursos» de Arévalo, el proyecto fue elaborado con el soporte de las entonces incipientes nuevas tecnologías. Finalmente el esfuerzo bien mereció la pena, ya que el trabajo obtuvo el cuarto premio en Castilla y León y el primero en la provincia de Ávila, en palabras del jurado «por el estudio de la arquitectura y el análisis iconográfico elaborado».
A final de ese curso las alumnas recibieron como merecido premio un viaje por distintos lugares de España, para conocer su patrimonio artístico; y el centro obtuvo la satisfacción de ver cómo, aunque ni una simple placa lo recuerda en San Martín, la Fundación para el Patrimonio Histórico restauró el edificio. Gracias a ello podemos contar hoy en Arévalo con el magnífico centro cultural de San Martín.
El éxito animó al departamento a participar en el concurso en varias ocasiones más. Y de nuevo nos sonrió en 2008, cuando el profesor Miguel Márquez dirigió otro equipo de alumnos y profesores que ganaron el premio con un trabajo sobre la ermita de la Lugareja y los molinos del Adaja. Esperemos que no sea el último.
Consuelo Romero - Profesora del Ciclo de Ciclos Formativos en el instituto desde 1991
Con la llegada de la LOGSE, las enseñanzas de Formación Profesional, al igual que otras enseñanzas, sufrieron cambios importantes no sólo en su contenido, sino en la forma en que éstas se desarrollarían. Ya no habría centros de Formación Profesional y centros de BUP, todos pasarían a denominarse Institutos de Enseñanza Secundaria (IES).
Esta reforma pretendía entre otras cosas, que en todos los IES se desarrollaran enseñanzas de Formación Profesional de unas u otras familias profesionales, con el fin de dar una respuesta a los alumnos que no desearan cursar bachillerato o acceder a la Universidad. En el IES Eulogio Florentino Sanz se implantó la Familia Profesional de Administración y Gestión con el ciclo de grado medio Gestión Administrativa y el de grado superior Administración y Finanzas. Este cambio de enseñanzas permitió al IES Eulogio Florentino Sanz, concebido en sus orígenes como Instituto Laboral, tomar contacto de nuevo con la Formación Profesional.
Los Centros de Arévalo fueron de los últimos en acogerse a esta reforma, y fue en el curso 1999-2000 cuando se implantó 1º curso del Ciclo formativo de grado superior, Administración y Finanzas. Esto supuso que parte del profesorado impartiera de forma paralela las antiguas enseñanzas de formación profesional en el IES Adaja y las nuevas en el IES Eulogio Florentino Sanz. Este retraso tuvo su parte positiva, en lo que a docencia se refiere, pues los profesores pudimos aprender de los aciertos y errores de otros compañeros que habían iniciado esta andadura antes, y contábamos además, con más materiales y recursos didácticos de los que inicialmente existían. Todo esto hizo que trabajáramos con más tranquilidad, y por supuesto con más seguridad, haciendo mucho más llevadero el paralelismo de ambas enseñanzas.
Fueron tiempos de cambio para todos, para los que nos recibían y para los que llegábamos; pero para los profesores que procedíamos de la antigua Formación Profesional, el cambio parecía mayor. En principio porque cam- especialidad, como veníamos haciendo hasta ese momento. Se necesitarían espacios determinados y recursos específicos para poder llevar a cabo las enseñanzas teórico-prácticas requeridas, haciendo uso de las nuevas tecnologías.
Durante todo este tiempo, el número de alumnos matriculados, tanto en el ciclo de grado medio como en el ciclo de grado superior, ha sido bastante aceptable si tenemos en cuenta que nos encontramos en el medio rural. No obstante, se espera un aumento en el futuro, pues son cada vez más los alumnos que sienten la necesidad de acceder al mercado laboral con una cualificación profesional. Todo ello, sin perjuicio de que el alumno pueda cursar posteriormente estudios universitarios si desea ampliar su formación y preparación, teniendo además la posibilidad de convalidar ciertos módulos formativos con asignaturas de algunas titulaciones de nivel superior propias de la especialidad.
Estas enseñanzas van a proporcionar a los alumnos esa cualificación profesional que buscan para poder acceder a un puesto de trabajo. En todos estos ciclos formativos se cursa un módulo denominado Formación en Centros de Trabajo (FCT) que estará tutelado por profesores del centro educativo y por trabajadores de la empresa, profesionales del sector. Esta formación en el centro de trabajo les permitirá contactar, por primera vez, con la realidad empresarial y con el mundo laboral en general, debiendo asumir cuantas responsabilidades les sean asignadas.
Las distintas empresas que colaboran con el centro, tanto de la zona de Arévalo como de Ávila, han contribuido y contribuyen de forma muy positiva en la formación de nuestros alumnos y en su posterior inserción en el mercado laboral. Algunos de ellos al finalizar sus prácticas son contratados por la misma empresa o propuestos para ser contratados por otras. Hay un contacto continuo entre los tutores de la empresa y los tutores del centro educativo, y también entre los alumnos que finalizan sus estudios y sus tutores, a través de la bolsa de empleo que éstos mantienen.
José Antonio López González - Alumno desde 1999 a 2008
Valga este pequeño texto como homenaje hacia el centro y hacia todos vosotros, con los cuales compartí una parte importante de mi vida. Conservo una multitud de recuerdos que pienso no olvidar nunca y sobre todo añoro con nostalgia aquella época, aquellos compañeros y aquellos profesores que tuvieron una repercusión sobre mi educación. Durante mi estancia, cursé todas las etapas posibles del centro, la ESO, Bachillerato y Ciclo Formativo. Siempre he estado muy implicado con el centro, en cuanto pude entré a formar parte del grupo de teatro, participé en el festival de navidad todos los años, en primer lugar como participante y después como presentador. Participaba siempre que podía en el mercadillo solidario y en el mercadillo del día del libro. Durante seis años fui el representante de los alumnos en el Consejo Escolar.
Después de acabar el Bachillerato, decidí realizar el ciclo formativo de Administración y Finanzas. Para mí era algo totalmente distinto a lo que había estudiado hasta esa fecha, y tenía miedo de no encajar bien con mi decisión. Pero no me equivoqué, aprendí mucho y disfrute al máximo en las clases y en las prácticas. A todos los alumnos les quiero transmitir que no pierdan los ánimos, que todo se puede conseguir. Yo repetí 2º de Bachillerato, y al acabar decidí hacer el ciclo formativo, y después pasar a la Universidad para hacer Magisterio. Esta es otra ventaja de los Ciclos, puedes pasar a la Universidad sin necesidad de la Selectividad, y además te forman para la vida laboral administrativa.
Un fuerte abrazo para todos mis compañeros, los profesores que me dieron clase, los que siguen y los que no están ya en el centro por traslados. Y también sirva de homenaje para Don Herminio, que siempre estará cerca de nosotros.
Este año se han cumplido veinticinco desde que comenzará la Formación en Centros de Trabajo en la Formación Profesional. Si en sus inicios el instituto estaba orientado a la formación laboral y fuertemente incardinado en la estructura económica de la Moraña, en la actualidad las prácticas en empresas que se realizan en los ciclos formativos impartidos en el instituto han recuperado los mismos propósitos que el instituto tuviera en sus ya lejanos inicios. Gracias a la Formación en Centros de Trabajo se han tendido puentes entre la realidad empresarial y la escuela que a buen seguro redundarán en una mejora de nuestro entorno.
Carlos Crespo - Alumno de 2001 a 2007
Corría el año 2001 cuando yo, aún un niño de rosadas mejillas, me adentraba en aquellos mundos de la enseñanza secundaria de la mano del Eulogio Florentino Sanz. Fueron cuatro años de eso que llaman ESO y dos más de Bachillerato, o lo que es lo mismo, una suma de seis cursos escolares. Mucho tiempo, ¿verdad? Como podrán ustedes imaginar en este largo y crucial periodo de mi vida, sucedieron numerosas cosas, algunas buenas y otras, por qué no decirlo, peores.
Lo malo de ser joven -sí, algo malo tendrá que haber, ¿no?- es que el tiempo pasó muy deprisa. Hasta el punto de que no eres del todo consciente de que cada segundo se te escapa de las manos, tal es así que hasta que no me he puesto a escribir estas líneas no he sido consciente de que desde mi partida del Eulogio han pasado tres años. Tres años, los cuales al mirar atrás parecen siglos y más ahora que estoy a pocos meses de acabar mi diplomatura.
Hablo de mi diplomatura porque de un modo u otro está relacionada con los años pasados en el instituto. Y es que es curioso las vueltas que dan las cosas, toda la vida quejándome de deberes, trabajos, clases ... i Y a la hora de elegir carrera me planteo convertirme en profesor! iDe inglés para más inri! ¿Qué clase de masoquismo es éste? Quizás sea que tuve tan buenos profesores allí que me planteé seguir sus mismos pasos o, visto de otro modo, que estos fueran unos tiranos y que mi opción no tuviera otro fin que evitar los errores que cometieron conmigo.
Afortunadamente por cada profesor «malo» he tenido diez buenos, y es a estos a los que quiero mencionar por todo lo alto en este pequeño discurso. Aquellos a los que algún día, cuando sea docente, me quiero parecer aunque sólo sea un poquito; aquellos que te hacen sudar la gota gorda por una buena causa; aquellos que te enseñan lo que está fuera de los libros de texto, los teoremas y las leyes universales; aquellos que te aguanta la edad del pavo (esto es algo que pocos alumnos reconocemos); aquellos que te trasmiten su pasión por la literatura, algo que incluso puede llegar a hacer tu profesora de matemáticas; aquellos que se esfuerzan porque al acabar la clase hayas retenido algo de lo explicado, aquellos que han hecho que mi decisión sea la de ser profesor de inglés y no de otra especialidad; aquellos que te muestran una visión del mundo diferente a la que quieren vendernos; aquellos que ponen películas en clase, suena raro, ¿verdad? , pero es que en el «insti» nos pusieron películas muy buenas... y así seguiríamos con un largo etcétera.
Por otro lado el mérito de estos «años felices» no sólo se lo atribuyo a mis profesores, sino que mis compañeros tienen también aquí un peso importante. Lo curioso del caso es que en tan sólo tres años algunos lazos, increíblemente una gran mayoría, se pierden de tal modo que ya es casi prácticamente imposible volver a hacer un nudo y, saltándome las normas de lo políticamente correcto, aprovecho para decir que «hay nudos, y nudos» pero... ç'est la vie (sí, yo era de los que de optativa cogía francés, ahora que lo digo... pobre Vidal). Fueron años de risas, de muchas risas, también había días en los que te apetecía reír menos, pero eso no viene a cuento. Además, ahora con el tiempo resulta que de esos días son de los que más te ríes... y encima con más fuerza. En definitiva, años que de algún modo u otro te marcan el camino que luego vas a recorrer. Recuerdo con especial cariño 4º de la ESO, no sólo a mis compañeros de clase sino a la promoción en general y es que los del 89 somos un año fuerte, nacimos con la caída de muchos muros (no sólo arquitectónicos) y eso se nota. El caso es que fuimos creciendo poco a poco hasta llegar a lo que hoy somos, a veces a tropezones, otras cogiendo atajos, en ocasiones andábamos tan deprisa que nos olvidábamos de lo que pasaba a nuestro alrededor e incluso ocasionalmente dejábamos de andar por el simple placer de ver la vida pasar... El caso es que yo estoy orgulloso, y mucho, de llegar donde estoy; no voy a hablar de lo mucho que me queda, pero sería muy egoísta por mi parte no reconocer que gran parte de lo que soy se lo debo a mi instituto, porque se aprende tanto de lo malo como de lo bueno y favorablemente, en este caso ha sido más de lo bueno. Así que después de tanta parrafada, sólo tengo algo importante que decir y se resume en tan sólo una palabra: iGracias!
Rosario Jarrín - Profesora de Latín de 1999 a 2008, secretaria entre 1999 y 2003 y coordinadora del proyecto Comenius
Ampliar los horizontes y llevar las miradas de los alumnos (de los más jóvenes, en general) más allá de lo evidente, éste es un objetivo común a toda enseñanza. Ayudar a descubrir que el célebre «Arévalo es la capital de la Moraña» se queda muy corto para lo amplio y diverso que es el mundo, era un anhelo compartido por muchos. Gracias a los programas educativos que la UE promueve con la idea de reforzar la dimensión europea, profundizar en el aprendizaje de idiomas y favorecer la movilidad de estudiantes, nos embarcamos en el curso 2004-05 en un Proyecto Comenius que iba a prolongarse dos cursos más. Queríamos asomarnos a Europa y dejar que Europa entrase en nuestra casa para descubrir de primera mano la riqueza que supone vivir juntos dentro de un marco multicultural. El propio título del proyecto ya lo proclamaba: «de la diversidad de Europa hacia una identidad común», y así, a través de actividades comunes y compartidas por los centros asociados, conocimos sus países, su geografía, algo de historia, arte, personajes, leyendas, tradiciones, cocina, etc.
Algunos tuvieron (tuvimos) la suerte de visitar los colegios de nuestros socios y observar cómo se enseña en otros países, compartimos su vida durante unos días, sus hábitos, nos divertimos y aprendimos juntos. Pero la gran revolución y la experiencia que muchos recordaremos largo tiempo fue la llegada de unas 35 personas procedentes de Alemania (Würzburg, en la región de Franconia), Italia (Asís, en Umbría), Polonia (Milówka, en Silesia), Turquía (Estambul) y los extremeños de Alcuéscar en mayo del 2005. Una semana inolvidable en la que el Eulogio se llenó de voces, colores y alegría compartida por gentes tan distintas y tan iguales.
En opinión de muchos, mereció la pena el empeño, y fue un éxito gracias a la implicación de muchísimos profesores en cuya representación tengo el honor de escribir estas líneas; y también un logro si los alumnos que lo vivieron ampliaron sus horizontes. Quizá alguno de aquéllos esté ya estudiando en alguna universidad europea...
El Comenius fue el eje central en aquel momento, pero el objetivo y los esfuerzos por conseguirlo siguen ahí: en los asistentes de inglés, en las prácticas en empresas europeas, en la sección bilingüe; en definitiva, en el cada día de nuestra labor de enseñantes.
Marian López Montero - Profesora de Inglés desde 1992 a 2010 y Jefa de Estudios desde 2009
Este curso, cuando se cumplen cincuenta años de Vida del (ES Eulogio Florentino Sanz es complicado para mí hacer una reflexión corta clara sobre los aspcctos que han cambiado en la educación en nuestro país desde que este instituto fue inagurado. Los cambios políticos, legislativos, organizativos, pedagógicos y metodológicos han sido de tal envergadura, que es difícil reconocernos a nosotros mismos y a nuestros alumnos en algunas de las historias (por otra parte maravillosas) que antiguos alumnos nos han contado durante este año.
Supongo que la única forma de expresarlo es caer en el tópico y decir que hemos cambiado acorde con los tiempos que vivíamos, o usando otro tópico, decir que hicimos lo que creíamos que teníamos que hacer Pero, desde luego, en nuestro país hemos cambiado la cara de la educación en cincuenta años. En un esfuerzo colectivo de solidaridad e inclusión, nuestros institutos se han convertido en algo bastante diferente a lo que el IES Eulogio Florentino Sanz era en 1959.
Pero no hay duda, nosotros somos el siglo XXI. Podemos comprobarlo fácilmente si miramos al edificio que nos acoge: un edificio que con sus sucesivas reformas se ha convertido en un espacio más moderno y acogedon También podemos comprobarlo si miramos a la multitud de programas innovadores en los que a lo largo de los años hemos participado. Programas siempre inspirados en la filosofía de que la educación va más allá de la práctica estrictamente académica dentro del aula y sustentados en el sueño de que el instituto fundamentalmente abre el mundo a los alumnos y los invita a considerar todas las posibilidades que el futuro les ofrece. De alguna manera podríamos decir que hemos inagurado el siglo XXI intentando participar en todos los programas de calidad que fuera posible.
Así, en el curso 2006-07 el Departamento de Inglés y la Dirección del centro presentamos un Proyecto de Creación de una Sección Bilingüe en Inglés ante la Consejería de Educación. Dichas secciones han sido una de las resdejar de mencionar que soy plenamente (y dolorosamente) consciente de que la enseñanza de idiomas es todavía una de las asignaturas pendientes en nuestro sistema educativo. En cualquier caso el proyecto de creación de secciones bilingües (polémico en algunos aspectos) ha sido un intento de encontrar respuestas a ese problema.
Aprobado nuestro proyecto por la Consejería de Educación, en el curso 2007-08 nos convertimos en el primer centro público de Secundaria en la provincia de Ávila con una sección bilingüe. Después de tres años, es uno de los programas mejor valorado por toda la comunidad educativa que forma el IES Eulogio Florentino Sanz: profesores, alumnos, padres...
Así que para decirlo de una manera casi poética, volvemos a estar acorde con los tiempos que vivimos y continúa el esfuerzo por mantenernos en la vanguardia (en la medida de nuestros medios). Es un motivo de orgullo que 47 años después de ser inagurado, el IES Eulogio Florentino Sanz se convirtiera en el primer instituto de Avila con una sección bilingüe.
El esfuerzo y dedicación de la dirección del centro y de todos los profesores involucrados (Departamentos de Inglés, Educación Física, Tecnología y Música) han sido admirable y la entrega y pasión de los alumnos, motivo de alegría casi diaria durante estos años.
Lola Rata - Profesora de Matemáticas desde 1990 y presidenta de la Comisión organizadora del Cincuentenario del IES Eulogio Florentino Sanz
Es un honor para mí haber sido la presidenta de la Comisión organizadora del Cincuentenario de nuestro Instituto. Después de haber trabajado más de veinte años aquí, es una alegría ser parte del claustro que celebra los cincuenta años de vida del IES Eulogio Florentino Sanz.
En estos años he sido profesora de Matemáticas, Jefa de Estudios durante seis años y directora durante un año y se puede decir que el Instituto constituye una parte muy importante de mi vida, en realidad es como mi segunda casa y, desde luego, en muchos momentos ha sido mi segunda familia. Así, cuando la directora me pidió que coordinara las actividades que queríamos programar para esta celebración me sentí abrumada pero ilusionada.
A lo largo del año hemos intentado programar actividades variadas que fueran un recuerdo de la historia del instituto, y también una celebración de la misma. Hemos pretendido que esta conmemoración sirva para reafirmar el papel del Instituto como referente cultural en la comarca durante estos cincuenta años.
Nuria Amado Baranda - Profesora de Filosofía (2008-2019) y Directora del IES Eulogio Florentino Sanz (2015-2019)
Llegué a Arévalo una mañana de primeros de julio de 2008, me adentré en la villa por la zona del Castillo que dejé a mano izquierda, llegué a la plaza del Arrabal y luego me dirigí hasta la Avda. Emilio Romero, arteria fundamental donde está situado el IES Eulogio Florentino Sanz. Era pronto y la mañana estaba fresca aunque se vislumbraba un día soleado. Me presenté en el centro como la nueva profesora de Filosofía que llegaba con destino definitivo. Quién me iba a decir a mí lo que Arévalo y especialmente el IES Eulogio Florentino Sanz me iba a deparar, a regalar.
En aquel entonces, el instituto tenía muchos alumnos, parecía un instituto de capital, prácticamente a cuatro líneas en todos los cursos con un profesorado curtido en la docencia, ya que no existía lo que hoy día se llama «concursillo», una especie de cambio de destino, normalmente a las capitales y su alfoz de forma provisional, lo que permitía que el profesorado fuese más estable y la implicación del mismo fuese mayor, nos formábamos en esas tardes interminables de invierno, donde el tiempo se ralentizaba y la convivencia brotaba de forma natural construyendo amistades que aún hoy persisten. Recuerdo a Cristina, su directora, muy trabajadora e implicada en el centro, a su secretaria, Piedad, muy diligente, al departamento de Matemáticas, con Carlos y Lola, al departamento de Ciencias con Aurelia, al departamento de Lengua con Javier, al de Geografía e Historia con Pinto, al de Inglés con Marian, al de Educación Física con Geli, al de Plástica con Bernardo... La dinámica del centro era buena, se impartía clase con facilidad, los alumnos reconocían la autoridad del profesorado y los padres estaban implicados en la educación de sus hijos. Por supuesto, siempre surgían pequeños deslices, pero nada trascendente, la línea estaba fijada, la estructura estaba consolidada y funcionaba, hacía ya más de 50 años. Cuando eres profesor en un centro normalmente te preocupas de tus clases, tus alumnos, tus deberes y salvo que determinadas circunstancias vayan a mayores no te enteras de lo que acontece. Es como si tuvieras una perspectiva del bosque pero nunca la total, que realmente nunca se llega a conocer del todo estés donde estés. Lo que sí tengo que reconocer es que había alumnos muy buenos, extraordinarios, vivir en una villa no era en ningún caso obstáculo para obtener buenos resultados. De hecho, fue en el IES Eulogio donde dos alumnos míos obtuvieron un 10 en la EBAU. Ahora, estimo que la vida en Arévalo, tan cercano a la naturaleza, la vida sosegada y paciente proporciona un ritmo que en ocasiones añoro. Así fueron trascurriendo los años, a nivel internacional, el famoso «Lehman and brothers collapse», a nivel nacional creo rememorar la desaparición de Marta del Castillo, la burbuja inmobiliaria, el aumento del paro, las nevadas…, siempre igual, parece ser que hay determinados aconteceres que se suceden de forma irremediable, como un círculo del cual nunca llegaremos a evadirnos salvo que lo aceptemos. De lo que no cabía duda es que la globalización hacía acto de presencia en nuestras vidas y la teoría física del caos dejaba de ser algo ajeno. En el año 2011, José María fue el nuevo director que trató de continuar la labor ya establecida y dar un nuevo aire al centro. Yo, desde mi departamento presenté a mis alumnos a las Olimpíadas Filosóficas y quedamos en segundo lugar, todavía recuerdo y releo los ensayos de esos maravillosos alumnos con los que tanto aprendí, especialmente uno que versaba sobre la relación entre los agujeros negros y la existencia de Dios.
Sin embargo, la vida de un profesor, en ocasiones, resulta aburrida, te esfuerzas tanto por llegar que cuando alcanzas la meta y te mantienes en ella necesitas un nuevo horizonte. Eso es lo que me ocurrió a mí, no de forma premeditada, sino que las circunstancias me llevaron a ser directora a partir de julio de 2015. La idea se empezó a fraguar a finales del 2014. El centro necesitaba un cambio y yo nunca creí que podía llegar a intentar dárselo, pero la vida y mis compañeros me ofrecieron esa oportunidad. Había un grupo de profesores a los que yo tenía y tengo en alta estima, que creían en mí. Lo primero que pensé cuando tomé la posible decisión es en mi equipo. Tanto que se habla hoy en día del trabajo colaborativo, en aquellos despertares yo sabía que sin equipo no sería nada. Siempre has de rodearte de gente más inteligente que tú y yo hice lo propio, reconociendo mis limitaciones y observando a mis compañeros elegí el mejor equipo. Qué orgullosa me siento del mismo. Si tengo que señalar dos características de mi equipo son la ilusión o entusiasmo y la inocencia o inexperiencia. Pero lo que nos definió fue la valentía, el valor para erguirnos cuando fracasamos, porque sí, nos frustramos en algunas ocasiones, pero desarrollamos la llamada «tolerancia a la frustración» y volvimos con ahínco a la tarea: convertir al Eulogio en un centro sobresaliente. La LOMCE se había aprobado en diciembre del 2013 y había que implantarla y nos tocó a nosotros con lo que ello suponía, que ni siquiera lo atisbaba. Fueron años felices y complicados a la vez, conocí la comarca de «La Moraña» en las promociones del Centro, me desplacé a tantos pueblos, conocí a gente tan diversa que no dejó de agradecer lo aprendido, nos adentramos en las nuevas tecnologías, y tengo entendido que hemos acabado digitalizados en distintos niveles, nos afianzamos como centro a través de nuestro eslogan: «Estamos Forjando Sueños» (gracias Ruth, gracias Bernardo), emprendimos diferentes proyectos, como el de Autonomía que tanto trabajo supuso, el aprendizaje por proyectos, el maravilloso huerto de José Manuel, los desayunos saludables de Ilia, las grandiosas actividades extraescolares de Rosa… El Eulogio hace tanto y tan bien que no tengan ustedes ninguna duda, es un centro excelente.
En mayo del 2018 me dieron destino definitivo en Salamanca y me pensé varias veces no aceptarlo, mi vida estaba en Arévalo, mi familia, mis grandes amigos, mis amistades. A pesar de los avatares, que no habían sido pocos, decidí quedarme un año más y finalizar mi dirección. Ahora están al frente, Javier, el director, que representa la innovación, María, mi jefa de estudios que simboliza la dulzura, Jaime, jefe de estudios adjunto, la inteligencia, y Marta, la secretaria, la eficiencia. Hace ya tiempo que me fui, dos años, los contornos se difuminan, pero sigo volviendo a Arévalo, creo que siempre retornaré, pasé en esta maravillosa villa 11 años, mi hijo se siente de esta tierra y es el día de hoy que regreso a la Avda. Emilio Romero y la melancolía me envuelve y no tengo más que palabras de gratitud por el regalo tan maravilloso que me brindó Arévalo, el IES EULOGIO FLORENTINO SANZ: la gran oportunidad de conocerme a mí misma, porque la vida, ¿no es eso, conocerse a uno mismo, viviendo, eligiendo, aceptando, queriéndonos, amándonos, sintiéndonos, pensándonos…?